CAPITULO 18

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Abro los ojos lentamente, sintiéndome del asco, completamente adolorida. Lo primero que veo es la ventana, ya se notan los rayos del sol, los cuales han sido los causantes de mi despertar. Me entran las ganas de hacer pipí así que decido comenzar a moverme e ir al baño.

Saqué mis piernas de la cama y di unos pasos, pero estuve a punto de irme de bruces debido al cuerpo dormido que se encontraba tirado junto a mi cama, en el suelo. Me tambaleé y tuve que agarrarme de la orilla del colchón para no caerle encima.

Frunzo mi ceño y me recompongo, rodeo al bulto delante de mí, con solo verle la pijama sé quién es, no es necesario verle la cara.

No entiendo qué hace durmiendo acá, tiene su propio cuarto, y se supone que nos organizamos bien anoche para poder dormir todos, porque Mabel y Nelis se quedaron con nosotras, incluyendo a Omar, nadie nos quiso dejar por miedo a que alguien como el encapuchado que me lastimó se metiera y nos dañara.

Dirijo mi atención a la entrada de la habitación, la cual está siendo forcejeada. Camino hasta llegar a la puerta y la abro, pero antes de hacerlo noto que le pusieron seguro.

— ¿Qué mierda haces con un cuchillo queriendo abrir la puerta?

— ¡Gret! Buenos días, uy que cabello tan mierdero eh.

— Deja de joder tan temprano. — digo disgustada por su comentario y comienzo a aplacarme las greñas mañaneras. — ¿Qué quieres?

— ¿Por qué querría algo?

— Estás jodiendo la cerradura de la puerta de mi habitación a las seis de la mañana.

— ¿Seis de la mañana?

— Si, ¿no ves el sol saliendo? — señalo la ventana.

— Son las nueve y media, casi las diez. — se tira una carcajada.

— Bueno, que importa la hora, al grano, ¿qué hacías aquí queriendo entrar a la fuerza? Y sobre todo, ¿por qué la pobre de Mabi está dormida en el piso y no en su cuarto?

— Es una larga historia. — expresa de mala gana.

— Siempre dices eso cuando no quieres contar algo.

— Está bien, está bien, te contaré. — dice y me empuja nuevamente hacia dentro y cierra la puerta, quedando adentro de la habitación.

Cruzo los brazos mientras observo todos sus movimientos, se queda recostado en la puerta a la vez que dirige su mirada a Mabel, quien sigue completamente dormida en el piso a los pies de la cama.

Me fijo en cada detalle, no sé exactamente qué está pensando mi amigo, tampoco soy una experta en definir emociones; pero si no me equivoco, el rostro de Omar está lleno de indecisión mezclado con decaimiento.

¿En pocas palabras? Triste, deprimido.

— Sigo esperando. — canturreo.

— Bien, —suspira. — ¿qué quieres saber?

— La razón de ésa injusticia. — recalco señalando a mi amiga en el suelo.

— Se supone que ella dormiría como siempre en su habitación, y solita, porque la pelirroja dijo que no le gustaba dormir acompañada...

— Al punto. — le corto el parloteo.

— Me ofrecieron dormir en el sofá, y acepté, pero luego decidí subir con ella, a su cuarto, la convencí de quedarme ahí, intenté mantener una plática decente y lo logré. Pero... — se detiene y niega con la cabeza.

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