CAPITULO 3

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Salimos de la Universidad rumbo a comprar el almuerzo, teníamos planeado ir a la casa de Mabel ya que su madre cocina delicioso, pero, así como es de habilidosa así mismo es de insoportable. Te critica incluso la forma en la que respiras, y te pregunta hasta cómo cagas. En pocas palabras, es una tremenda cotilla.


— Entonces vamos al restaurante de la bruja — les doy la opción.

— El lugar es muy lindo, y tus compañeros de trabajo cocinan delicioso. Yo digo que si — Mabel acepta.

— Está bien, vamos. Pero no respondo si la vieja esa está de mierdera — a Nelis le cae muy mal mi jefa.

Nos subimos al auto de Nelis, ella es la única que posee una buenísima estabilidad económica y se da unos buenos lujos. Su madre es muy poderosa en el país, es la Capitán General en el ejército y por lo tanto es una familia muy prestigiosa y respetada. Nelis ha sido criada de una forma muy recta al tener padres militares; la mayoría de su familia forma parte del ejercito o brinda sus servicios, así como su tío. Él es doctor, pero está en la base militar ejerciendo su profesión y a la vez entrenando, para esa familia es un honor servir a la patria. Nelis aspira a lo mismo que su tío. Y aunque sufre de ataques de ira y cólera; el entrenamiento que lleva a cabo le ayuda a canalizar su rabia. Desde pequeña ha tenido problemas para controlarse, pero todo empeoró cuando su padre el comandante murió, o fue asesinado, mejor dicho.

Todas estuvimos presentes en su gran dolor y le ayudamos a sobrellevarlo, pero no fue nada fácil porque su madre cambió radicalmente con ella después de la perdida. Nelis también cambió, lastimosamente en ciertos aspectos para mal, a veces le vale tanto la vida que en estos momentos Mabel y yo tenemos miedo de que se ponga en modo suicida y acelere el auto para estrellarse con todo.


Llegamos al restaurante donde trabajo, es un lugar bonito y refinado, su decoración es digna de admirar, las personas que suelen venir aquí son conocidas por tener dinero o una buena posición social, también nos visitan personas "corrientes" como suele decir la dueña, pero al fin y al cabo mientras paguen todos son bienvenidos.

Los trabajadores son amables entre sí, pero como todo en la vida tiene un "pero"; en este caso es la jefa. Sandra Adams, señora de unos cincuenta y tres años más o menos, muy alta y delgada, pero cuando les digo delgada es de verdad muy flaca, pelo rubio lleno de canas gracias al paso del tiempo y una piel medio blanca, es como una taza de leche con un chorrito de café, y ojos color miel. La considero muy hermosa, pero su actitud es una enorme mierda, es una divorciada abandonada por sus hijos debido a lo insoportable que es, cuando la veo a ella me la imagino como a la dichosa señora de los gatos, y para más joder, ella tiene tres gatos, o eso es lo que he visto cuando entro a su oficina y observo las fotos que tiene en su escritorio.

Es una egoísta, aprovechada, gritona e impaciente mujer. Ella nunca está en la entrada del restaurante porque de seguro que ahuyenta a los clientes con sus vibras de bruja. Pero eso no quiere decir que no te esté observando todo el tiempo, no sabes dónde está y aun así te sientes espiada.


Tomamos asiento en una mesa ubicada cerca del ventanal porque nos gusta ver a las personas pasar, Mabel dice adiós con la mano a cualquiera que pasa por ahí e increíblemente la gente la ve y le contesta de la misma manera eufórica. Su cordialidad es encantadora a pesar de tener veintiuno.

— ¡Buenas tardes! — nos saluda una mesera que se ha acercado a atendernos — Bienvenidas al Adams' Restaurant, ¿qué desean ordenar?

— Hola Pati — le digo sonriente ya que la conozco y es amiga mía acá en el trabajo — Yo quiero pollo frito con arroz y tomate picado, y de tomar una horchata bien helada.

— Anotado, Gretel — me contesta — ¿Y ustedes chicas? — Pati ya conoce a mis amigas debido a que ellas a veces vienen a verme en mis horarios nocturnos de trabajo y me ayudan con mis labores para poder salir un poco más temprano cuando la señora bruja no está cerca.

— Yo quiero lo mismo — Pati al instante le anota la misma orden a Mabel.

— No soy tan fan del pollo, a mi dame un plato con carne y papas, la horchata si la quiero, linda — Nelis le dicta su orden de comida.

Pati termina de anotar y se va hacia dentro.

— Mientras viene la comida hay que seguir planeando el proyecto — interviene Mabel al instante — Yo solo quiero decirles que me gustaría que fuera en mi casa, pero ustedes saben cómo es de insoportable mi madre, y ni hablar de la bulla de mis perros. Además, mi hermano está llevando a sus amigos y hacen tremendo desorden que me toca limpiar a mi después. De ninguna manera podremos hacer algo.

— Cierto, así no podremos — le digo — Yo encantada si van a mi casa, aunque no les prometo comodidad ni espacio, ustedes saben cómo es la pocilga donde vivo.

— Oigan no me vean así — reniega Nelis a la vez que se ríe — Pues es más que obvio que yo sí puedo recibirlas en mi casa, con gusto. Y no tengo ningún inconveniente.

— ¡Perfecto! Ya quedamos — digo animada.

— ¿Cuándo y a qué hora? — Mabel interroga a la vez que levanta su bolso y rebusca en él. Saca su agenda y un lápiz, lista para anotar los datos.

— Mmmm pues yo digo que hoy mismo, de todos modos, ya no tenemos que regresar a la U porque hemos salido temprano así que tenemos chance. A las 4:00pm tal vez. Mabel, creo que no tienes inconvenientes a esa hora ¿cierto? — Mabel niega dando a entender que si podrá ir — ¿Y tú, Gretel?

— Yo digo que, si puedo, acuérdate que solo trabajo en horario nocturno de 8:00pm a 12:00am. Así que si, ahí estaré. — les confirmo y ellas me brindan una linda sonrisa.

Pati se acerca con la bandeja y nos sirve la comida en la mesa, nos desea buen provecho a la vez que le agradecemos y se aleja.

— ¿Nos vendrás a traer, Nel? — Mabel le pregunta a Nelis.

— Me encantaría nena, pero hoy tengo que llegar temprano a mi entrenamiento, saben que las reglas de mi madre no se rompen por nada del mundo.

— Está bien, yo puedo pasarte sacando Mabel, para que nos vayamos juntas — ella asiente recuperando la alegría. A Mabel no le gusta salir sola y tampoco la dejan sus padres.

Comemos y llamamos a Pati, le ayudo a poner todo en la bandeja para que no le cueste tanto y cada una saca dinero de sus carteras para pagar la comida. A mí me encantaría dejarle propina porque todos acá nos la merecemos, pero como no tengo suficiente dinero en mi monedero tengo que dejar cabal el dinero. Nos paramos para ir saliendo del lugar.

A comparación mía, Nelis se saca un billete extra que le entrega a Pati a la vez que le da un beso en la mejía y se despide. Mabel y yo le decimos hasta luego y nos retiramos. Ya de aquí cada una emprende viaje sola hasta casa, Mabel le da un abrazo a Nelis de despedida y se acerca a mi mientras hace lo mismo.

— Cuídate Mabel, por favor. No te desvíes ni dejes que ningún desconocido se acerque a ti — la aconsejo mientras acaricio su cabello. La personalidad dulce e inocente de Mabel puede llegar a dejarla expuesta al peligro en cualquier momento y eso nos preocupa demasiado. Ella nos sonríe y comienza a alejarse hasta que cruza la calle y la vemos cada vez más lejana.

— Tu también cuídate, Nelis — le digo mientras la abrazo con fuerza.

— Ya sabes que sí, es que ojalá nadie intente acercarse y lastimarme porque te juro que queda en coma en el hospital — me dice graciosa a la vez que se mueve y tira puños al aire imitando sus movimientos en el boxeo. Yo me río — Quien debe cuidarse eres tú también, Gretel. Si llegas a tomar el bus o un taxi, por favor, quédate despierta, átate a este mundo y no divagues hasta que llegues a casa. ¿Ok?

— Ok — le doy en beso en la mejilla y me voy alejando lentamente para tomar el camino a casa.

Piezas RotasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora