— ¡Mabel!
Oigo los pasos apresurados de mi amiga mientras baja las escaleras para venir a la sala.
— Dime.
— Ya me voy.
— ¿Tan temprano, Gret? — voltea hacia la pared para ver el reloj. — Apenas son las cinco de la tarde.
— ¿Te acuerdas que te conté que Pato está enferma? — ella asiente. — Pues pidió permiso para faltar unos días.
— ¿Y?
— Que Elio y yo cubriremos su turno, aparte de hacer el nuestro, claro.
— Aaah ya.
Han pasado varias semanas desde la última vez que fuimos a la Universidad, hemos estado en casa todo el tiempo, o bueno casi, porque mi tobillo se curó del todo y tuve que volver al trabajo con la señora Sandra.
Todos estos días hemos estado hora tras hora estudiando, o mejor dicho haciendo el intento. Yo soy malísima para memorizar así que mi táctica siempre es leer y sacar mis propias conclusiones.
En pocas palabras, improvisar.
Si me preguntan por mis otras amigas, pues no lo sé. Tengo varios días de no mensajear con Nelis, y con Maya igual, lo único que sé de la última es que sigue yendo a la Universidad por sus prácticas diarias. Creo que Mabi sabe más acerca de Maya ya que a ella si le contesta seguido.
Con Maya es difícil comunicarse por redes sociales ya que el lugar donde vive es una zona verde, y aunque si tiene señal; ella casi nunca se conecta porque prefiere pasar charlando con la madre naturaleza.
Y luego pregunta porqué Nelis le dice jipi.
Claro que no está mal amar la naturaleza, pero no puedes encerrarte en ella y no salir al mundo a vivir, ¿o sí?
— Alcánzame la cartera, por favor. — le pido mi bolso que está colgada en la pared.
— Toma.
— Hoy si, ya estoy lista.
Me encamino hacia la puerta, la abro y Mabel me sigue, quedándose en el umbral, acomodo mi blusa y salgo.
— Ya sabes las recomendaciones. — le recuerdo. — Después de las seis de la tarde no le abras la puerta a nadie, y cuando digo a nadie es n-a-d-i-e.
Mabi asiente acatando las reglas.
No me lo tomen a mal, no es que me esté adueñando de la vivienda de Mabel y me esté creyendo la manda más, pero estamos en una situación rara y complicada, donde la abuela de Mabel; la señora Leo, nos ha dicho que hasta nuestra propia sombra puede dañarnos, y ni siquiera sabemos la razón.
Oh bueno, tal vez Mabel y Maya no la sepan; pero Omar y yo sí, o eso creemos. Y presiento que Nelis también, sería imposible que no, teniendo en cuenta que su madre es Cass; la Capitán General.
Si le estoy dando tantas instrucciones es porque me da miedo dejarla sola en casa, sé la tremenda bondad que se carga y cualquiera puede aprovecharse de eso, de ella.
— ¿Y si ... alguien viene? — inquiere haciendo énfasis en la palabra << alguien >>
Frunzo las cejas al escucharla. — Realmente no tendría que venir nadie.
— ¿Un conocido?
— ¿Cómo quién?
— ¿Edgar? — dice nerviosa de mi reacción.
— ¿Por qué no me habías dicho de su llegada? — expreso sonriente, no soy quién para prohibirle que su nuevo "amigo" la visite.
— Es que no está seguro si vendrá, me dijo que tal vez.
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Piezas Rotas
Novela JuvenilEscapó de un pasado que la ha atormentado siempre, pero, ¿qué pasa cuando esos malos momentos regresan a su presente, destruyendo todo a su paso? ¿Su mayor error? Confiar en cualquiera aun cuando su pretérito dolor le enseñó a no hacerlo. Tendrá qu...