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Intentó llamarla, buscarla en su departamento, luchar por ella, pero la pintora no estaba dispuesta a recibirla nuevamente en su muy destrozada vida.

¿Se había enojado con Mimi? Sí, tal vez aun lo estaba, pero sabía que todas las mentes eran distintas, la de Mimi mucho más, y no podía odiarla solo por hacer lo que había creído correcto.

Luego de tres meses, aun con el corazón roto, la tatuadora se dio cuenta de que tendría que aprender a vivir sin ella. Mimi así lo había deseado.

Tal vez era lo mejor.

Aun así, todos los días se preguntaba si la volvería a ver, si ella aún la amaría, si ella aún la recordaría.

Y, más importante aún, se preguntaba si vivía.

🦟


Ana no esperaba ver a Marco en Luz Tattoos, pero lo recibió con los brazos abiertos cuando le pidió que le tatuara un fénix en el cuello.

El joven de piel morena tenía un brillo especial decorando sus ojos oscuros, y Ana juraba nunca haberlo visto tan feliz.

—Scott parece hacerte muy feliz —Opinó la tatuadora con su típica sonrisa.

Marco intentó devolverle el gesto, pero el sentimiento de la aguja tocando su piel por primera vez le hizo estremecerse.

—Lo soy —Aceptó el chico, y Ana se alegraba de que el haberla abandonado en aquella fiesta al menos no hubiera sido una pérdida de tiempo—... La soledad, sin embargo, no parece hacerte demasiado bien.

Su sonrisa se borró. Ana intentaba ocultarlo, seguir adelante, pero su pecho aún estaba lleno de tristeza.

—Supongo que te estás preparando para el reencuentro —Comentó su amigo.

—¿Reencuentro?

—Eso he dicho —Contestó Marco mientras rodaba los ojos—. Ya sabes, su nueva exposición será inaugurada dentro de dos meses.

La máquina se había alejado de la piel de su amigo, y Ana apenas podía respirar.

La exposición.

La maldita exposición.

Los malditos extraños ocultos.

—¿No lo sabías, Anita?

La tatuadora sacudió la cabeza, intentando así alejar la idea de ver a Mimi Doblas nuevamente.

—Lo siento, sé que es difícil. No hablaré más de eso —Se disculpó el pobre chico—... Como sea, tengo nuevas noticias que contarte.

—¿Nuevas noticias?

Marco respiró hondo, y tras sus palabras se encontraba la razón de su felicidad.

—Voy a comenzar mi proceso de transición, Ana —Le contó con un suspiro—. Finalmente podré ser yo.

🦟

Esa noche se preguntó si asistir a esa exposición sería lo correcto.

No solo quería ver por primera vez la pintura de su cuerpo desnudo, cosa que la pintora le había prohibido anteriormente para lograr sorprenderla. Aunque intentara engañarse, estaba más que claro que su meta principal era reencontrarse con el amor de su vida.

—¿Pensando de nuevo? —Preguntó Miriam con cautela.

Era muy típico que la chica lo hiciera.

Era muy típico que Mimi ocupara todo espacio en su cabeza.

—La extraño, Miriam —Susurró tristemente.

LA TATUADORA DE LIBÉLULASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora