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-¿Qué tal April? -Cuestionó Miriam, su hermana adoptiva, quien se encontraba recostada en la parte superior de una de las dos literas de la habitación mientras jugaba al Candy Crush-. Es linda.

-No le gustan las chicas, Miriam, te lo he dicho dos veces. Y a mí no me gusta ella -Se negó de inmediato mientras arrugaba su nariz-. ¿Negro o rojo? -Preguntó al colocar dos suéteres frente a su cuerpo, encontrándose completamente indecisa.

-El rojo dice que eres sexy y atrevida -Observó Amaia, otra de sus hermanas adoptivas, quien estaba recostada sobre la parte superior de la otra litera con una laptop sobre sus piernas.

-Pero el negro dice que eres una chica ruda e intimidante, y vas a trabajar en una tienda de tatuajes mientras intentas pretender que tu piel está llena de tinta, así que creo que ese alejará a los curiosos -Observó Aitana, una de las mayores. Estaba haciendo el test de una revista a un lado de Amaia.

-Supongo que me voy por lo seguro -Decidió mientras se quitaba la camiseta azul que ahora estaba llena de pinturas y babas de Seth.

-Hablando de ir por lo seguro... Puedes ir con María -Sugirió Miriam casualmente.

La habitación se quedó en silencio.

-Terminé con ella hace seis meses, Miriam. No iré con María, y mucho menos para que Clara te deje ir a una fiesta junto a tu estúpido novio.

-Vamos, Anitaaa. Por favor -Le suplicó mientras hacía un puchero. La tatuadora rodó los ojos.

-Iré -Terminó cediendo-, pero definitivamente no con María. Tendrás que buscar a alguien más.

-¿Qué tal Marco? Es gay, se llevan bien y estoy segura de que se alejará de ti en cuanto vea la gran cantidad de chicos que habrá allí.

Marco había sido el primer novio de Miriam. Se separaron luego de una semana, pues él se había dado cuenta de que le gustaban los chicos y a Miriam... a ella simplemente le gustaba otro chico. Aun así, luego de su fallido amorío, ambos se habían mantenido en contacto.

-Tendrás que hablar con él -Aceptó Ana con un encogimiento de hombros. Rápidamente el suéter negro pasó con su cabeza, y con un suspiro se sentó frente al espejo del tocador.

Miriam dejó escapar un chillido.

-¡Eres la mejor hermana adoptiva del mundo, Ana!

-¡¿Qué hay de mí?! ¡Soy asombrosa! -Se indignó Amaia.

-Lo eres, pero cuando te pedí que me acompañaras te negaste y dijiste que preferías quedarte con Aitana a hacer manualidades.

-Eso es porque soy su favorita -Presumió Aitana acurrucándose con Amaia, una leve sonrisa decorando sus labios.

-En realidad es porque odio al novio de Miriam...

-¡Amaia!

Ana rio desde su lugar mientras intentaba maquillarse para hacerse ver un poco más madura y profesional.

-¿Qué vas a tatuar hoy, Ana? ¿Traseros o algo así? -Atacó Miriam con su muy típica curiosidad.

-No lo sé -Respondió mirando a su distraída hermana adoptiva a través del reflejo del espejo. No parecía interesada del todo-. Tengo un par de citas con unos hermanos que quieren los nombres de sus padres en las muñecas y una anciana que planea tatuarse una mariposa en el pecho... Supongo que lo demás será una sorpresa.

Se miró al espejo, asombrándose así ante los poderes de su maquillaje. Lucía mayor, profesional, intimidante. Y le gustaba, pues así nadie preguntaría nada.

LA TATUADORA DE LIBÉLULASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora