Ana pensó que no volvería a ver a Mimi luego de aquella noche en su departamento. Creía que el haberla echado de una forma tan cruel simbolizaba también echarla de su vida.
La triste pintora no la quería cerca, eso estaba claro.
Y, aunque dolía, Ana había comenzado a aceptar el hecho de que sus vidas iban en dos direcciones completamente opuestas.
Por supuesto, cruel como siempre, la vida planeaba un nuevo encuentro entre ambas almas rotas.
Fue mientras Miguel le escribía a Sara y Ana diseñaba un nuevo tatuaje para una adinerada clienta que la campana de entrada sonó.
No se volteó a mirar. Había perdido la costumbre, pues ya no tenía a nadie a quien esperar.
Se sorprendió cuando, segundos después, escuchó pasos acercándose lentamente. Fue extraño, pues no había escuchado siquiera la voz de la persona que había entrado.
Ana se giró, su corazón comenzó a latir con rapidez.
Sus ojos, sin esperarlo ni desearlo, se habían encontrado con los de Mimi Doblas.
-Vas a tatuarla -Murmuró el rubio con melancolía.
Él también notaba el cambio de Mimi. Él también veía su piel enfermiza, la oscura ropa holgada que tiempo antes le había quedado fenomenal. Él también notaba su mirada baja.
-Yo... -Tartamudeó el pobre Miguel. Aquello le resultaba incomodo- Creo que te dejaré trabajar, Anita.
El joven se fue rápidamente y, aunque Mimi estaba allí, Ana comenzaba a sentirse muy sola.
-Sé que prometí que no volverías a verme, Ana -Susurró la pintora mientras daba pequeños pasos en dirección a la pared con los dibujos y la frase de Harper Lee-, pero necesito un nuevo tatuaje... Y tú los has hecho todos, y yo no confío en nadie más.
Y, aunque aquel no era el momento que muchos habrían considerado indicado, Mimi dejó escapar un par de lágrimas.
-¿Por qué lloras, Mimi?
Ella suspiró.
-El dragón y el unicornio siguen allí -Sollozó mientras miraba el dibujo que había hecho poco antes de dejarla. A Ana se le encogió el corazón al recordarlo-... Y se aman, Ana. Son felices.
-Y seguirán allí, amándose con felicidad, hasta que tú pierdas todas las esperanzas que aun tienes. Hasta que pierdas todas tus oportunidades.
Ana no pudo saberlo, pero esta simple frase fue el detonante de todo el desastre que siguió.
-Entonces es una lástima que pronto tengan que irse.
🦟
Ana le pidió a Mimi que se quitara la chaqueta y la camiseta para que el trabajo de tatuarla se le hiciera más fácil.
La pintora obedeció sin decir nada.
No le dirigió comentarios seductores ni se halagó a sí misma. No hizo nada que le permitiera creer a Ana que la vieja Mimi seguía allí, oculta en algún rincón de la tristeza.
La tatuadora se cubrió la boca e intentó no llorar cuando la vio.
Podía notar los bordes de sus costillas claramente, y su piel era incluso de un tono más enfermizo en el área que el sol no golpeaba con frecuencia. Sus clavículas estaban demasiado ahuecadas... Y ambos brazos, desde la muñeca hasta los hombros, tenían cortes de todo tipo de tamaño y profundidad. Unas viejas, otras nuevas, pero heridas a final de cuentas.
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LA TATUADORA DE LIBÉLULAS
De Todo"Ana Guerra marcaba la piel de las personas. Mimi Doblas marcó su corazón... Para siempre" Esta es una adaptación, todos los créditos a su respectiva autora @AlisonDeVill