Mimi hacía tan poco ruido al caminar que de no haber estado observando la acera no habría notado su llegada.
Se sentó a su lado con un encendedor en la mano y el cigarrillo encendido dentro de su boca.
¿Por qué Ana no se había marchado cuando tuvo la oportunidad? Ni siquiera ella misma lo sabía.
-En una bonita noche ¿No crees?
Se sintió confundida ante una pregunta tan casual en una situación que la atormentaba.
-¿Perdón?
Mimi la ignoró.
-Podría pintar este cielo, estoy segura. Captar el brillo de la luna será algo difícil, pero puedo hacerlo. Siempre puedo hacerlo...
-¿Estás bromeando?
¿Cómo podía interesarse más en pintar el cielo que en el hecho de que sus brazos seguían estando más libres de tinta que los de un bebé?
-Por supuesto que no -Afirmó. Sus ojos verdes no se separaban del cielo nocturno, y eso comenzaba a frustrarla-. ¡Mira la luna! Puedo jurar que se ve más grande que nunca... Y las estrellas... jamás había visto tantas.
Le encantaba la forma en la que los ojos de Mimi apreciaban el cielo nocturno, y como sus palabras salían de sus labios con adoración, pero estaba tan preocupada por sí misma que no pensó en el hecho de que la chica realmente estaba disfrutando la vista.
-¿Puedes dejar de comportarte como una idiota e ir al grano?
-¿De que estas hablando? -Cuando se volteó a mirarla, Ana pudo notar algo de disgusto en su rostro. Tenía el ceño fruncido y sus labios formaban una fina línea. Se asemejaba a una niña a la cual le han quitado un dulce.
-¡Sabes de lo que hablo, Mimi! ¡De mis brazos!
-Son bastante lindos -Halagó con una sonrisa-, pero siendo sinceras prefiero tu trasero.
En otra situación se habría sonrojado.
-¿Puedes dejar de ser tan irritante y...?
-¿Quieres un cigarrillo? -La interrumpió mientras sacaba uno de entre sus pechos, donde seguramente tenía una gran reserva. Ana se enojó al notar que Mimi, de nuevo, había pasado por alto sus palabras.
-No fumo, Mimi -La chica simplemente se encogió en hombros y volvió a guardar el cigarrillo, dando una calada al que tenía entre sus labios para luego alejarlo con sus dedos y soltar el humo.
De no haber estado tan preocupada por sí misma habría notado como Mimi parecía poner todo de sí misma en esta simple acción. y la delicada forma en que sus dedos tomaban el cigarrillo, casi con ternura, para finalmente dejar escapar una nube gris con un suave suspiro.
-No se lo digas a nadie, por favor -Suplicó con temor.
-¿Qué cosa? ¿Qué no fumas?
-¡Mimi! ¡Sabes de lo que hablo!
-En realidad no -Afirmó mientras la miraba-... Y es frustrante -Reconoció.
-No le digas a nadie que no tengo tatuajes.
La chica de ojos verdes solamente la miró completamente confundida y luego le sonrió con dulzura. Estuvo a punto de acariciar la mejilla de la tatuadora, pero se retractó a último momento.
-Bien -Accedió encogiéndose en hombros. Y aunque Ana veía en sus ojos el deseo de seguir mirando el cielo, aquel verde esmeralda se quedó recorriendo sus facciones lentamente, como intentando captar cada mínimo poro en su piel.
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LA TATUADORA DE LIBÉLULAS
Acak"Ana Guerra marcaba la piel de las personas. Mimi Doblas marcó su corazón... Para siempre" Esta es una adaptación, todos los créditos a su respectiva autora @AlisonDeVill