CAPÍTULO 4

192 19 13
                                    

Este tiempo que llevo aquí encerrada me ha dado mucho para pensar, no sé cuánto tiempo exactamente me ha tenido aquí, me ha privado de la luz del día, de mi propia dignidad. Al principio peleé e incluso puse todo patas arriba en busca de algo puntiagudo que me ayudase a hacer de palanca para poder abrir la puerta, pero nada. Parece que este sitio ha sido hecho justamente para situaciones así, ya que prácticamente no hay nada, solamente cajas y están vacías.

Ya he perdido la esperanza, e incluso estoy empezando a asimilar que pronto me mudaré de aquí para ir a mi nueva casa, la de mi marido. Lo conozco hace tantísimo tiempo... y en verdad no me parece mala opción, no se me borra su confesión, sus ojos tristes cuando lo rechacé. Estoy decidida a aceptar este matrimonio si eso hace que salga de esta pocilga, no por mí, sino por mi bebé, él merece algo mejor que esta vida a la que me han condenado.

Al final Safouan consiguió salirse con la suya, se casará con el amor de su infancia, me casaré con él, sí, pero espero y no se sienta defraudado en un futuro porque este amor no sea correspondido, no después de lo chapuza que me están haciendo sentir.

Me siento muy débil, no hace falta un espejo para ver lo demacrada que estoy. No me han dejado ver a nadie, excepto al guardia que mi padre ha puesto tras la puerta, en caso de intentar escapar, él impedirlo. El castigo que me ha asignado mi padre por haber perdido mi virginidad, por humillarles de tal forma, es haciéndome pasar hambre, solo el guardia que tengo tras la puerta es quien me da la comida, solamente una vez al día.

Me quiere matar de hambre, nos quiere matar.

Según mi padre, podré salir de aquí el día que vaya a ser mi boda. Lo odio... los odio tanto, me están arruinando tanto él como mamá, me están matando en vida. ¿Qué hice yo para merecer esto? Ya no lloro, mis lágrimas se secaron el primer día después de horas sumida en tanto llanto, le rogué que me sacase, que me diese la oportunidad de explicarme, sin embargo él dejó que literalmente me ahogase en mis propias lágrimas.

Me encuentro en el mismo sitio desde el primer día, no me he movido, no tengo fuerzas para hacerlo. Escucho el sonido de la llave haciendo contacto con la cerradura, ni me inmuto. Estoy segurísima que la familia de Safouan ya estarán al tanto de mi situación, me siento humillada al ver como mi propia familia mancha mi imagen de tal forma, seguro que habrán contado la verdad, ya que como dije anteriormente, la virginidad es una honra para la familia.

El guardia entra con una bandeja, apenas contiene un trozo de pescado y otro de pan, es olerlo y mi estómago revolverse, agarro el cubo que dejaron para hacer mis necesidades y echo lo poco que me quedaba de comida, me duele todo por el esfuerzo que hace mi cuerpo al vomitar, sollozo a la vez que lágrimas salen de mis ojos, esto es muy humillante, me hacen vivir con mi propia mierda.

Tira la bandeja al suelo haciendo que la poca comida que hay, salga del plato de plástico y caiga al suelo, yo no aparto mi mirada de la comida, si piensa que me lo comeré, la lleva clara. Hace su misma rutina de siempre, sale, cierra con llave y a los pocos minutos vuelve a entrar para llevarse la bandeja.

No pasa ni cinco minutos cuando la puerta se vuelve a abrir, no levanto la mirada, de reojo miro que se acerca a mí, lo que me parece raro que son dos pares de zapatos los que se me acercan, rápidamente levanto la mirada y veo que quien han entrado son mis pequeñas, éstas al verme se abalanzan sobre mí. Las abrazo muy fuerte sobre mi pecho, las he echado muchísimo de menos, además no mi quiero imaginar ni cómo la habrán pasado.

- ¡Por Dios tata! ¡Mira como estás! - habla Amira después de un rato con la voz entrecortada debido al llanto, sin embargo yo no puedo emitir palabra alguna - estamos muy preocupados por ti, por favor no te hagas esto - ¿estamos? - sí Asmae, Safouan ha venido cada día para intentar verte pero papá no lo deja, nosotras...

Una víctima másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora