CAPÍTULO 10

128 13 7
                                    

- ¡Ahí está! - me sobresalto ante el chillido de mis hermanas, con ayuda de Ahmed me pongo en pie.

Posa su mirada en mi barriga, sin embargo prefiere no decir nada, siempre ha sido así, siempre esperamos que el otro se sienta listo para hablar.

- ¡PRIMOOO! - mis hermanas se tiran a los brazos de Ahmed haciendo que los tres caigan al suelo, escucho el chillido que da la niña y se tira también, intentando alejar a mis hermanas de su padre.

La ayudo y consigo alejarlas de él, Amira ya se encuentra llorando, ella al igual que yo, también era muy apegada a él, nos afectó muchísimo el que nos diese la noticia de su partida.

Malak se encuentra a un lado en silencio y comiéndose con la mirada a Ahmed, también a la espera de una explicación. Cojo a la pequeña en brazos y rápidamente Malak me la quita con el pretexto de que no puedo coger peso.

- Hoy Asmae hará la comida - habla Rania ahora pegada a su brazo - por cierto tata, cuando quieras, nos podemos ir, ya tenemos la compra - miro al carro y este lo han llenado nada más que de guarrerías

- Estás loca si piensas que os dejaré llevaros todas esas guarrerías, quién se las va a comer

- Nosotras, hoy nos quedaremos en tu casa con Malak

- ¿En tu casa? - Ahmed está algo confundido

- Tenemos mucho que hablar, ven a comer, Safouan se alegrará de verte - hablo yo esta vez

- ¿Safouan?

- Solo ven conmigo, ¿si?

Vamos esta vez todos juntos a la caja, a la hora de entregar la tarjeta se interpone, tenemos una pequeña discusión y al final termina pagándolo todo él. Separamos la compra en bolsas y una vez en el coche, le pido que él me siga en el suyo, cuando llegamos a la entrada de la casa, los guardias que custodian la entrada, abren el portón dejándome pasar, les hago saber que el coche de atrás, viene conmigo.

Entre los cinco entramos las bolsas de la compra a la cocina, que al final hemos comprado más comida basura que en condiciones. Una vez terminamos, las parlanchinas guían a Ahmed y a la pequeña a la sala para saludar a la familia. Ya que ellos ya se conocían de antes, recuerdo cuando aún éramos pequeños, siempre jugábamos los tres juntos. Ahmed, Safouan y yo, tanto en mi casa, como en la de Safouan, pero nunca en la de Ahmed, ya que sus padres se pasaban y aún se pasan la mayoría del tiempo de viaje.

Al rato, Ahmed vuelve a la cocina y me ayuda con la comida, siempre nos ha encantado el tema de cocinar juntos, aunque más bien, él se dedicaba más a comer que a ayudar, espero y haya cambiado esa mala costumbre. Y parece quedarse conmigo, porque esta vez no es como la anteriores veces, hoy se está esmerando en cada paso que le ordeno, y no sé si es costumbre por tener que cocinar en su casa, o porque extraña hacer esto conmigo, porque yo sí lo hago.

A Safouan hoy no lo he visto por ningún lado, no desde que nos despedimos esta mañana. Creo recordar que me dijo que tendría cita con ese caso anónimo del que no me quiere hablar. En parte, así lo prefiero, aprecio muchísimo todo lo que está haciendo por mí y mis peques, de verdad que lo aprecio mucho, ningún otro hombre se dignaría a cuidar a los hijos de otro. Quiero enamorarme de él, que sea mi primer y último amor, sentir esas cosquillitas en el estómago de las que tanto habla la gente.

Eso quisiera.

Pero no puedo, me incomoda tener a alguien del sexo apuesto muy cerca... alguien que no sea Ahmed. Me da en el alma rechazarlo sin darle explicaciones, quiero contarle lo que me pasa, pero no puedo. Cada vez que lo recuerdo, siento que revivo cada segundo de aquella noche. Siento terror.

Una víctima másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora