CAPÍTULO 9

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NARRADOR OMNISCIENTE

A un par de semanas del juicio, el joven Ferreiro se encuentra en su oficina, sentado sobre su silla mientras muerde sus uñas desesperado. "El juicio lo tiene ganado", le contó su nuevo abogado, había tenido juicios parecidos, eso para él sería pan comido, puede ser el mejor abogado de toda España, pero igual tiene ese "algo" que lo hace desconfiar de él. Tuvieron que contratarlo, porque al anterior ya le quedaba menos de un año para su jubilación.

Le cayó la bronca del año por parte de su padre, estuvo a punto de perder su lugar en la empresa, todo por esa zorra. Aún se encuentra en periodo de prueba, y no le conviene problemas judiciales. El padre de este chico es otra copia barata de los de Asmae, se preocupan por su reputación, no porque su hijo sea un violador de primera.

— Zorra astuta... — siseó entre dientes.

Por otro lado, Asmae, se obligó a dejar de un lado sus preocupaciones , así lo decidió después de largas horas encerrada en el baño, intentando aclararse. Tiene que empezar a hacer las cosas bien por sus bebés, ellos no lo merecen.

Cuando quiere volver a la cama y así descansar, suena el móvil avisando que es la hora del primer rezo del día, al fajr (el amanecer). Como ha estado haciendo desde que se casaron, despierta a su marido, y mientras él se despeja, vuelve al baño a hacer la ablución.

— Assalamu alaikum wa rahmatu Allah — ambos terminan el rezo y se levantan para prepararse y recibir un nuevo día.

Asmae se encuentra más nerviosa que Samuel Ferreiro. Necesita buscar ya de ya un abogado, convive con una familia de abogados, pero le da miedo, lo mismo de siempre, a ser juzgada, como siempre.

Hoy se decanta por algo alegre, aún están en verano, agarra una camisa blanca de su armario y encima un chaleco azul de una tela suave, la parte de abajo le cuesta más, su barriga ha empezado a hincharse, pero al final se decide por un pantalón vaquero, le cuesta un poco abrochárselo, pero lo consigue.

— Tengo que comprarme más ropa — se habla a sí misma mientras mira su atuendo en el espejo de pared que hay en el vestidor, le ha quedado perfecto — qué color... — busca en la parte donde guarda sus pañuelos, agarra uno azul.

Safouan entra al vestidor con solamente una toalla amarrada a su cintura, la observa y admira en silencio, no está dispuesto a recibir otro rechazo como el de la noche pasada, aún tiene el orgullo herido. Nunca nadie lo había rechazado.

— ¿Vas a salir? — le pregunta mientras busca su traje en su parte del armario, dentro de unas horas tiene que reunirse con su cliente, ella asiente sin quitar la mirada del espejo, se encuentra ajustando el hijab

— Hoy haré yo la comida — habla orgullosa de sí misma, siempre ha amado ser una gran costurera y tener su propia boutique, pero también ama cocinar

— No sé si lo sabrás, pero te lo digo por si acaso, tenemos cocineros, de cuatro estrellas, por si no lo sabías — ella ríe ante el sarcasmo de su esposo

— Lo sé, solo quiero celebrar y agradecer a tu familia, me habéis escogido en casa, estando embarazada de otro, cuando tú podrías formar tu propia familia

— No vayas por ahí Asmae, sabes que te quiero mucho, no sé qué pasó, sé que no te sientes bien al hablar del tema, y estoy dispuesto a esperar todo lo posible, de igual forma tus padres no te merecen — ella siente que se le forma un nudo en la garganta, pensar en sus padres, le trae recuerdos muy malos — bueno, podrías invitar a tus hermanas, siempre son bienvenidas a casa, así nos quitamos a Malak un rato de encima — ambos ríen.

ASMAE BEN HILAL

Me avergüenza hacerlo, pero tengo que pedirle dinero, mis padres nunca me dieron dinero, mucho menos me dejaron crear una cuenta bancaria. Todo el dinero que recibía de beca de mis estudios, se lo quedaban ellos, no me dejaban tocar nada.

Una víctima másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora