CAPÍTULO 13

117 11 4
                                    

Miro extrañada el móvil, le doy a eliminar el mensaje, tiene que haber sido una equivocación, sí... eso ha debido de ser. Acelero mis pasos y consigo llegar al ascensor junto con Safouan antes que las puertas de este se cierren, lo miro mal, ya pudo haber evitado que se cerrasen.

— Suelta la sopa, estás tardando — desvío la mirada a un lado, no se me ha olvidado lo de hace un rato

— Cariño... — intenta acercarse a mí, pero levanto la mano en su dirección, odio que cuando estemos en una conversación seria, empiece a hacerme la pelota, lo peor de todo, que con las hormonas así de revueltas, caigo muy rápido — no es nada, sólo olvídalo

— Desembucha Safouan, si no quieres dormir esta noche solo

— No serías capaz — lo miro mal — cariño, dijimos que el día de hoy sería solamente para nosotros dos, no lo arruinemos

— Lo acabas tú de arruinar con tus misterios y gilipolleces, simplemente deberías de decirme qué cojones quiere esa gilipollas ¿tanto te cuesta contarmelo?, pero bueno, da igual, esta noche dormirás sólo en el cuarto — salgo de ascensor a paso rápido dejándolo a él atrás.

Me subo en el coche de Marcos, que desde que salimos de casa nos ha estado siguiendo, por órdenes de mi marido. Escucho a Safouan llamarme, pero no me paro, me monto en la parte trasera del coche y le pido a Marcos que acelere cuando ya veo a Safouan correr en nuestra dirección.

Me duele muchísimo este comportamiento de mierda, sabiendo todo lo mal que lo pasé por su culpa, y ahora anda ocultándome cosas con esa miserable.

Le pido a Marcos que me acerque a la tienda, con el tema del desayuno y el hospital, no he tenido tiempo de pasarme. Miro la hora en mi móvil, aún son la una de la tarde, aún tiene que estar ahí Souhaila.

Miro mi vestimenta y me largo a llorar, supuestamente este día sería para nosotros dos, y como siempre, se termina arruinando. Lloro de impotencia, porque quiero vivir en paz con mi esposo, quiero poder amanecer un día sin que nadie se entrometa en nuestras vidas, poder salir tranquila sin ser atosigada por los periodistas, una vida en donde mis hijos pudieran ser de mis esposo y no de un imbécil que no sabe ni donde está parado, una vida en donde mi matrimonio no haya sido forzado.

Una vida normal.

Me limpio mis lágrimas cuando me doy cuenta que Marcos me mira por el espejo retrovisor, le sonrío para tranquilizarlo.

Cuando llegamos a la tienda, la digo a Marcos que puede retirarse, ya que después Souhaila me acercará a casa, pero se niega alegando que Safouan le tiene prohibido que se aleje de mí.

— ¡Amor! Quisiera preguntarte... ¿tienes reloj en casa? Llegas un poco tarde — ya tengo a Souhaila reclamandome en la puerta de mi propio negocio — ¡Oh cariño! Cuéntame que te ha pasado — ¿tan mal me veo? me arrastra hacia el interior y quedo impresionada, hace un mes que no vengo y se han hecho muchos cambios en mi ausencia

— No quiero hablar de ello, por favor, mejor iré a mi oficina a terminar con el papeleo que nos queda.

Pronto será la inauguración de mi tienda, y aún quedan algunos papeles que arreglar, Safouan se está encargando de ello como mi abogado que es.

Pongo en mi pequeño altavoz Corán, es lo único que logra tranquilizarme a mí y a mis bebés, pero es cortado por la llamada proveniente a mi móvil, es Safouan, corto la llamada y me centro en la sura que suena ahora.

Ahogo un sollozo, me estoy enamorando de él, y tengo miedo, quiero hacerlo, pero otra parte de mi corazón no me permite confiar en los hombres.

SAFOUAN BENNASAR

Una víctima másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora