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—Alto

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—Alto.

Alcé mi mano con mi palma al frente, y los cinco dedos levantados. Él, instantánea y repentinamente se detuvo. Lanzó un leve gruñido en mi dirección.

¿Todavía puedo controlarlo? ¿Esto es una maldita broma demoníaca?

—Silencia tu lengua, humano despreciable. —Dijo, con un tono de voz carraspeante, infernal.

Intenté mantenerme serena, pero todo mi cuerpo temblaba. Zach me miraba con un profundo odio, y tenía los ojos tan negros como esta misma noche.

Mi mano comenzó a temblar. Me sentía débil... Y vulnerable. Esa vieja sensación me atormentaba de nuevo, provocando que todo mi ser se sintiera cansado y derrotado. Él, de alguna forma, tenía él poder de quitarme mis fuerzas. Y todo eso, por culpa de su marca.

—Nos volveremos a ver en el enfrentamiento final, demonio despreciable.

Susurré al viento.

Intenté concentrarme, para desaparecer de este lugar tan extraño como horrible. Visualicé la plaza donde Lyann atrapaba a sus presas con sus moldeados encantos corporales, y voz sonoramente exagerada. Y entonces, pude volver a ese lugar. Pude teletransportarme en carne y hueso, sin antes escuchar a aquel demonio, que alguna vez creí amigo, gruñir y desesperarse por la huída de quién veía como presa.

—Ay, al fin te encuentro... ¿Donde estabas? Ya es tarde para tu ceremon... —Lyann se detuvo al hablar, al ver mis lágrimas, y posible maquillaje corrido por el deslizamiento de ellas. Mi vestido sucio, empapada en lluvia, y barro en mis rodillas, y manos, al caer en ese lugar con ese suelo tan espantoso e inundado—. ¡Por todas las infamias y blasfemias! ¿Qué carajos te pasó, ama?

—¿Por qué demoraste tanto?

Mi voz sonó más quebradiza de lo que quise ocultar. Ella lo notó, y agradecí que no siga preguntando respecto al asunto.

—El hombre comenzó a hablarme de lo mal que lo estaba pasando con su esposa, y blablabla...

—No vuelvas a demorar más de lo debido. Ahora vamos a la mansión del Aquelarre.

El camino devuelta fue silencioso. Quién nos viera en la calle pensaría que salimos de un circo o un hospital psiquiátrico por nuestra apariencia extraña. Lyann caminaba a dos pasos detrás de mí, como símbolo de respeto. He leído en algunos libros de demonología que ese era el comportamiento del subordinado demoníaco. Pero no entendía porqué se estaba comportando así. ¿Tanta lástima le di?

Antes de pasar a la mansión, hice un hechizo de limpieza con hierbas del jardín delantero. A Elaine no le gustaba ese tipo de magia para hacer cosas simples como un baño, decía que sólo debilitaba energías para cuando teníamos que hacer hechizos realmente fuertes. Les gustaba llamarlos, los verdaderos hechizos.

Lo celestial de tu infiernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora