Mi abuela siempre ha sido muy sensible respecto al tema del cuidado animal.
Ella ama a los animales. Dice que muchos de ellos son guías espirituales, escondidos en una doctrina biológica implementada por la naturaleza, con la intención de proteger el orden del todo. Y gracias a ellos, los ecosistemas y biomas han podido sobrevivir a tantos años con la destrucción ambiental que provoca la raza humana y sus inventos evolutivos.
Por eso, esa noticia la impactó de sobremanera. Con Holly tuvimos que calmarla. Ella la depositó con suavidad en el sofá plomo, mientras yo le servía agua con azúcar, para la presión.
White se recostó a dormir a su lado del sillón, posicionando su cabeza en sus piernas, y se quedó ahí, con la respiración calmada, mientras mi abuela lo acariciaba, derramando lágrimas, y estas, goteando hacia sus mejillas.
La policía se estaba haciendo cargo de los sucesos. Pero hablando con sinceridad, no iban a hacer gran cosa.
Mi abuela decidió dormir temprano. Se despidió de nosotras y se preparó para acostarse. Me daba pena verla tan destrozada. Y más tristeza me daba tener la desconfianza de mi demonio y sus capacidades para mentir y hacer daño.
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Cuando Holly se despidió, y se fue, limpié espiritualmente el cuadro del retrato. Después quedé con tiempo libre. Tiempo en donde mis pensamientos se amontonaban sin piedad, impidiendo mi bienestar.
Estaba contemplando los destellos tenues que nos brindaba la luna, provocando que la noche no esté tan sombría y oscura. Perdida en mis nerviosos pensamientos, decidí llamarlo, cuando estaba lista para acostarme, y cuando estaba lista para hablar respecto al tema.
—Tenemos que hablar, demonio.
Me encontraba observando a la hermosa Luna desde mi ventana, desde este ángulo parecía una suave esfera brillante. Sentía la energía fuerte del demonio, y su mirada de la misma forma. Parecía mirar mi alma, y conocerla.
—¿Demonio? ¿Ya no me llamas Zach? —dijo él, con un tono que escondía burla.
Suspiré pesadamente.
—Eres un demonio, no un amigo.
Él había permanecido en silencio un buen tiempo. Yo tampoco dije nada.
—¿Qué es lo que no hice ahora, Angela?
Recordé como nos habíamos conocido. Esa miserable anécdota en donde me encontraba en un lugar aterrador, desconocido y poco entendible. En donde Tezurt me había atacado el cuello con brutalidad, después conocí a Zach. Su cabello negro despeinado, sus ojos del mismo color, profundos y con una pizca de seducida maldad. Pero él no fue para nada amable conmigo, de hecho, me había ahorcado.
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Lo celestial de tu infierno
Mistério / SuspenseAngela es una bruja albina que ayuda a las personas. Pero entonces, llega un demonio a pedirle su ayuda, y todo cambia radicalmente.