Puesta de sol

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Cuando todo esto acabe, ¿Sonreirás conmigo? 

Cuando sea momento de partir, ¿Me abrazaras con fuerza?

Cuando por fin nos reunamos, ¿Estarás enojado?

Manjiro tenia presente un momento que lo hacia sentir bien cuando las cosas comenzaban a ponerse mal: recordaba cuando se había enfermado, solo había sido una gripe, pero Emma y Shinichiro habían estado pendientes de él en todo momento. En esos momentos, Manjiro había tenido miedo; miedo a dormir, miedo a que sus hermanos lo abandonaran, que al abrir los ojos ellos no estuvieran, pero por suerte siempre habían estado ahí cada que abría los ojos. Cuando las cosas se ponían feas en su vida, sabia que al cerrar los ojos y volver a abrirlos, sus hermanos estarían ahí, pero ahora deseaba que también Takemichi estuviera a su lado. ¿Lo estaría? ¿Lo acompañaría cuando despertara de esa horrible pesadilla? Los que habían sido sus amigos ¿Lo perdonarían? Era un alma solitaria por voluntad propia, pero no había tenido otra opción.

—Mikey, es una tarde muy bonita, vamos a ver la puesta de sol—. Decía Emma, lo había tomado de la mano y le sonreía.

Los fantasmas de Manjiro habían aparecido, estaban frente a él: Baji, con su coleta alta como si se estuviera preparando para pelear; Izana, mirándolo con superioridad y cariño al mismo tiempo; Shinichiro con un cigarrillo en la mano; Emma, hermosa como siempre pero más llena de energía ahora que antes. Nadie más a parte de Manjiro podía verlos, ni los Haitani que charlaban frente a ellos, ni Sanzu que disfrutaba de una copa de vino, mucho menos Kokonoi quien trabajaba en su laptop; no, todos estaban demasiado ocupados y ciegos a lo que pasaba con él.

—Vamos, Mikey, ¿o quieres estar con ellos?—. Insistió Baji.

No, Manjiro realmente no quería estar más tiempo con ellos, algunas veces sentía que los aborrecía.

—No—. Murmuró por lo bajo. Sanzu volteó a verlo.

—Mikey, ¿estas bien?—. Preguntó el muchacho de las cicatrices, pero Manjiro no respondió—. ¿No has tomado tus pastillas?

Tanto los Haitani como Kokonoi miraron a Sanzu y luego a Manjiro, para nadie de ellos era un secreto que algunas veces Sanzu le ofrecía drogas a Manjiro para hacerlo sentir mejor y que Manjiro las aceptaba sin más; de hecho, gracias a los ofrecimientos de Sanzu, Manjiro había desarrollado una adicción a los fármacos, pero nadie había intentado hacer algo, no les importaba mucho, y sinceramente, meterse en la vida personal de Manjiro era algo que no querían hacer, por miedo, desinterés o por qué era una perdida de tiempo.

—Entonces que dices, ¿vamos?—. Preguntó Emma. Izana y Baji ya comenzaban a alejarse.

—Te hará bien tomar aire fresco—. Dijo Shinichiro. El cigarrillo entre sus dedos.

—Después la tomaré, Sanzu.

Manjiro se puso de pie y se dirigió a ver la puesta de sol junto a sus hermanos dejando atrás las miradas de los demás miembros de Bonten.

—Últimamente Mikey se ve más cansado—. Se aventuró a decir Kokonoi.

—No es el Mikey que era al principio—. Agregó Ran.

Sanzu, cegado por la admiración hacia Manjiro solo bufó, incapaz de reconocer que su rey no era lo que antaño había sido; que ahora era un adicto a los tranquilizantes y las drogas que él le administraba para ayudarlo a conciliar el sueño y seguir adelante. Sanzu era incapaz de ver que Manjiro se iba apagando poco a poco; era incapaz de ver que Sano Manjiro era solo un humano. Metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó dos pastillas que tomó con el resto de vino que quedaba en su copa.

—Algún día morirás de una sobredosis—. Afirmó Rindou. Sanzu solo comenzó a reír sin que le importara mucho.

—Cárgame en tu espalda, Mikey—. Emma sonrió.

—Estoy cansado.

—Últimamente lo estas más de lo normal—. Dijo Shinichiro—. ¿Sigues tomando esas pastillas?

—Si no las consumo me siento ansioso, además, me ayudan a olvidar y poder verlos a ustedes.

Sus hermanos no dijeron nada más. Segundos después, Manjiro sintió algo pesado en su espalda, era Emma.

—No quiero que recuerdes la ultima vez que me cargaste asi, recuerda este momento como el último.

—Ese día...

—Ese día ya es pasado, Manjiro, ahora estas con nosotros—. Dijo Shinichiro.

—¿Por qué tardaron tanto?—. Preguntó Izana parado junto a la puerta hacia el exterior—. Baji ya está afuera, ¿Y por qué Emma viene en tu espalda, Mikey?

La chica comenzó a reír.

—Vamos, Izana, si tienes celos yo te cargo en mi espalda—. Bromeó Shinichiro.

—Aléjate de mi—. Sentenció Izana atravesando la puerta seguido por Shinichiro.

—Vamos, Mikey, date prisa—. Emma bajó de su espalda y corrió tras sus hermanos.

Manjiro los vio desaparecer, atravesar la puerta sin mayor problema, entonces deseó ser igual que ellos, seguirlos sin detenerse, pero él aun estaba vivo y eso se lo impedía. Giró la manija de la puerta y salió al exterior. En efecto, el atardecer era hermoso: los rayos del sol iluminaban los edificios cercanos y se reflejaban en los cristales de las ventanas. El cielo estaba teñido de un color entre rojo y anaranjado.

—Les dije que era un atardecer hermoso.

—Tenias razón, Emma—. Respondió Baji sentado en el borde del edificio. Izana se sentó a su lado.

—En un atardecer como este, tu y Kenchin pudieron haberse casado—. Dijo Manjiro.

—Esta bien, algún día él vendrá y podremos estar juntos.

—Ven con nosotros, Mikey—. Dijo Shinichiro.

Manjiro se acercó a ellos pero no se sentó en el borde del edificio, se quedó un poco más atrás pues quería admirarlos mejor.

Nadie dijo nada, solo veían el sol ocultándose y las primeras luces artificiales encenderse, esas luces que te guían a casa, iluminando tu camino para no perderte; para Manjiro, las luces que lo guiaban a casa estaban frente a él, mirando con emoción la puesta de sol, como si esa fuera la ultima puesta de sol que verían.

Manjiro suspiró, quizas podría olvidarse de todo y reunirse con ellos ahora. Se puso de pie y miró hacia el atardecer, sus fantasmas se borraron con el soplido del viento y la puerta de la azotea del edificio se abrió.

—Hanma me ha llamado, Mikey—. Dijo Sanzu. Manjiro supo lo que eso significaba.

Antes de que me vaya, ¿Sostendrías mi mano por ultima vez?





Nota de la autora: Lamento la tardanza, estos días no me he sentido bien psicológicamente. En fin, espero que les haya gustado este capitulo, y gracias por leerme.

La autora los quiere, aunque seamos solo desconocidos conectados por un fanfiction y un hermoso anime/manga que nos esta destruyendo mentalmente.

KingdomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora