Kingdom

Las lagrimas del perro fiel

¿Qué se sentirá volar? 

Se había preguntado alguna vez cuando era niño. 

¿Qué se sentiría que el viento golpee tu cara y que la gravedad no exista para ti?

Seguramente podría sentirse completamente libre.

Mientras caía, Manjiro pudo apreciar la ciudad pero no pudo encontrar ningún tipo de libertad, al contrario, sintió miedo, angustia y una profunda tristeza.

Su cuerpo se aproximaba al pavimento y los recuerdos de lo que había sido su vida llegaban a él como un torbellino inesperado. Esta vez nadie podría salvarlo.

De sus ojos aun brotaban lagrimas que se secaban con el viento. En lo alto, el cielo inmenso y oscuro lo miraba fijamente, al igual que Takemichi.

Manjiro recordó a todos a los que había amado. Recordó las cosas buenas y recordó las cosas malas, y se sorprendió de encontrar más cosas buenas en su vida. Había muchos momentos bellos, pero los malos eran los que pesaban más e inclinaban la balanza. 

Manjiro descubrió que no siempre había estado solo, que aunque él lo sentía asi siempre había estado alguien a su lado. Pero en los últimos segundos que le quedaban de vida estaba completamente solo. Cayendo al vacío.

A menudo se había preguntado lo que significaba la vida, la razón y el sentido de ella. Quizas no significaba nada pues era algo que con facilidad perdías, asi como le había pasado a sus hermanos y a su amigo de la infancia. También pensaba en la muerte y siempre llegaba a la conclusión de que era lo único que podría liberarlo. Sin embargo, al estrellarse contra el duro pavimento, sintió el más profundo e insoportable dolor; después sintió la sangre escaparse de su cuerpo, manchando el pavimento. Sus sentidos comenzaban a apagarse.

Comenzaba a perder el sentido de la vista pero fácilmente podía percibir la luz de los flashes de las fotografías que le sacaban. Insensible mundo morboso.

Sanzu intentaba abrirse paso entre la gente que tomaba fotografías y cuchicheaba sobre el cuerpo sangrante de Manjiro (hasta ese momento nadie sabia que se trataba de Sano Manjiro, el líder de Bonten). Estaba desesperado, solo quería llegar hasta él. Empujó a los que le estorbaban hasta que logró llegar hasta su rey.

—¿Mikey?

Manjiro trataba de enfocar la ventana del edificio donde estaba el cuerpo de Takemichi. Sanzu se arrodilló al lado de Manjiro y lo tomó en sus brazos. La sangre le manchó la ropa.

—¿Qué hiciste, Mikey? ¿Por qué lo hiciste?

Mas Manjiro no respondió, no podía hacerlo. Sanzu lloraba desconsoladamente, hacia años que no lo hacia, ¿pero que más podía hacer?, su rey estaba muriendo. Aquella persona que le había brindado un lugar al cual pertenecer, lo estaba dejando en ese momento.

El cuerpo de Manjiro comenzó a sentirse más ligero. Sus ojos estaban cerrados.

—No, no, no, no, no...—Comenzó a repetir con desesperación. Sano Manjiro, su rey, había muerto en sus brazos.

Para cuando la policía llegó, la gente ya se había comenzado a dispersar.

Naoto bajó de uno de los coches de la policía y caminó hacia donde se podía ver una cabellera rosa. Fue fácil reconocerlos, sabia perfectamente quienes eran ellos, y eso lo hizo preocuparse.

—Los testigos dicen que hay alguien en el ultimo piso. Había intentado salvarlo pero no lo logró—. Comunicó uno de los oficiales.

—Bien, encárguense aquí, yo subiré.

Naoto dio un ultimo vistazo a Haruchiyo quien aun abrazaba el cuerpo de Manjiro. Ambos estaban llenos de sangre.

Se encontró con otro cuerpo en la entrada del lugar, los oficiales que lo seguían se quedaron ahí para revisar el lugar mientras él subía. Tenia preparada su arma por si acaso, pero tenía un mal presentimiento mientras subía las escaleras. Rogó no encontrar a quien presentía que estaba ahí. Al llegar al antiguo local de bolos, se quedó paralizado. Sin darse cuenta, las lagrimas comenzaron a rodar por sus mejillas al ver el cuerpo inerte de Hanagaki Takemichi. Asi no era como debía terminar todo.