Epílogo.

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Sabes que te he extrañado ¿verdad?

¿Sabes cuantas veces desee volver a verte?

Estaba perdido. Había oscuridad. Dudas. Puertas alrededor de mi que no querían abrirse y yo corría tratando de escapar pues sentía que alguien me perseguía, pero nunca podía escapar. Corría en círculos. Un espejo roto aparecía frente a mi y al verme en el no podía reconocerme ¿Quién era la persona del espejo? No era yo pero se veía igual a mi. Entonces lo comprendía, yo era mi propio enemigo. Puedes huir de todos, menos de ti.

¿Cuánto daño he causado? Estoy seguro que los dedos de mis manos no alcanzan para contar a cuantas personas he lastimado.

Te partí el corazón. Te hice pedazos y trataste de rehacerte juntando los trozos de dolor, llanto y odio que había dejado, pero volví a herirte.

Nunca he creído en un dios, sin embargo imploro que si realmente existe uno pueda perdonarme, porque yo no puedo perdonarme a mí mismo, y quizas tampoco pueda perdonarlo a él por haberme robado lo que amaba.

Soy un monstruo, hermano. Soy un monstruo, hermana. Estoy seguro que el llanto no alcanzará para purgar mis pecados.

Y si lograra tener una segunda oportunidad, ¿cometería los mismos errores? ¿Lo echaría todo a perder? Si, yo creo que si.

Quisiera que alguien me abrazara, por qué estoy solo y tengo miedo. Las sombras vienen a mi y me consumen, me apartan de la persona que soy. ¿Soy una persona o solo una sombra? ¿Estoy vivo o he muerto ya? ¿Soy un recuerdo? Hermana, quizas solo vivo en tus sueños. Perdido. Roto. Herido. Todo es oscuro ahora.

Un camino de luces tenues se presenta ante mi, y dudo en continuar por qué temo lo que haya al final. Si tan solo alguien caminara conmigo. Si tan solo pudiera encontrar mi hogar.

¿A donde he ido? ¿Quién soy? ¿Y si solo desaparezco?

Hermana, ya no puedo llorar.

Lo he perdido todo; mi fortaleza, mi vida, la poca luz que aún poseía y ahora soy un niño abandonado, condenado a vagar en soledad. Estoy asustado.

El camino se vuelve más oscuro y las luces más brillantes y sin poder evitarlo comienzo a avanzar.

¿Estoy muerto? ¿Realmente he muerto ya? Sigo caminando y el dolor en mi cuerpo comienza a acrecentar. Los recuerdos, los errores, las personas que dejé atrás. Ahora me arrepiento.

Y al final del camino no hay nada. Vuelvo a estar solo, con la oscuridad amenazando con devorarme. Nunca fui tan fuerte como aparentaba.

Y escucho mi nombre a lo lejos: "Manjiro". Pero mis ojos empapados de lágrimas negandose a caer me impiden ver.

Bien, Manjiro, si un día te pierdes, quédate en el mismo lugar esperando a que alguien te encuentre; pero nunca me han encontrado. Ya no quiero estar perdido.

"Manjiro", no reconozco la voz.

"Manjiro" Quizas esos demonios de las historias de horror vienen por mi.

Cierro los ojos y espero el final. Todo ha terminado. El reino ha caído y ya no puedo ser rey. De pronto, vuelvo a sentir el calor que había perdido. El amor que no había sentido. Me siento a salvo ahora.

—Te encontré, Manjiro.

Al abrir los ojos, la oscuridad ha desaparecido. Vuelvo a aparecer en Tokio, sobre un edificio. Los pétalos de flores de cerezo vuelan por todas partes llenando el ambiente de su irresistible aroma. Parece un sueño pero se siente tan real.

—Estas a salvo conmigo.

Y sin saber como o por qué, las lágrimas que siempre había evitado derramar, ya están deslizándose por mis mejillas.

—Takemichi—. Susurro. Entonces lo abrazo de la misma manera en que él me abraza. Estoy a salvo ahora. Estoy junto a la persona que tanto he extrañado.

—No vuelvas a irte—. Le digo y él responde que no lo hará. —No quiero volver a estar solo.

—Esta vez estarás conmigo.

—¿lo prometes?

—Lo prometo, Sano Manjiro.

Los ojos de Takemichi son tan hermosos. 

Camino a su lado, no se ha donde vamos, pero estando con él ya no hay miedos. Todo estará bien ahora. 

Cuando salimos del edificio, del otro lado de la calle, están mis fantasmas, y ya no son solo fantasmas, esta vez son realmente ellos. 

He vuelto a ellos. 









Nota de la autora: Gracias por leer esta historia. Hemos llegado al final. Nos leemos luego. 

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