No. 4

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La sonata que toca Harry está en multimedia. Es de Beethoven, por supuesto.

Sus ojos rojos y sus labios heridos pasaban en pequeñas imagines por mi mente. La escena se volvia a repetir una y otra vez en mi cabeza. Eso ha sido el día sábado y aunque ha pasado un día completo, aun no puedo sacarme aquellos ojos jades de mi cabeza. Me intriga y me siento curiosa hacia él. Me gustaría saber qué es lo que está pasando por aquella cabeza para participar en carreras clandestinas y sentir tanto odio hacia una persona como para golpearla luego de una inútil carrera. Por otro lado, no quiero saber por qué está trabajando porque puedo sacar mis propias conclusiones de que quiere ser un poco independiente ganando su propio dinero pero nada parece encajar. Me inquieta y me deja temerosa su forma de actuar. Siempre enojado y sin una sonrisa en sus labios. Es como si odiase a todo el mundo y guardase un rencor en su interior. Un rencor del cual no soy consciente.

—¿Me estás escuchando?

Me vuelvo hacia la chillona voz de Nancy. Miro a nuestro alrededor. La sala está vacía. Solo estamos nosotras dos y el profesor. Es extraño como he pasado todo el día pensando en Harry. No lo hacía desde Carter. Me digo que es porque Harry es muy pesado.

Rápidamente me incorporo y tomo mi bolso.

—Sí. —miento.

—Mentirosa —bien, me ha pillado. Le doy una mirada de disculpas—. Te decía que no puedo creer que Phillipe se haya enfermado. Él sabía que teníamos que terminar nuestro ensayo para la coreografía del viernes.

—Sí.

—¿Qué te ocurre? —niego con la cabeza rápidamente mirando a Nancy con ojos amplios. Quería escuchar realmente lo que me estaba diciendo pero no podía.

—Nada. Es solo que aún estoy cansada.

—¿Cansada? Vaya espectáculo que te has dado el viernes. ¿Recuerdas quien te ha llevado?

—Phillipe.

—Phillipe y "su mejor amigo" te llevaron a tu casa.

Trato de que aquella confesión no me revuelva el estomago.

¿Mejor amigo?

Por favor que no esté siendo sarcástica, por favor que no esté siendo sarcástica, por favor que no esté siendo sarcástica.

—El mismísimo Harry Styles te ha dejado a los pies de tu cama, con la ayuda de Phillipe.

¿Qué? Estaba casi cien por ciento segura que había sido mi amigo el que me había dejado a mi casa, no un completo extraño que aquella noche estaba flirteando con otras chicas como si no hubiese un mañana

—Dios mío. —cierro los ojos. Comienza a irritarme el solo hecho de que donde quiera que vaya esté él. No quiero estar relacionada con él, desde que entré a secundaria que trato de evitar a los chicos malos como Harry.

—No ha sido tan malo. Phillipe me ha dicho que te sostuvo el cabello mientras vomitabas y... bueno si ha sido malo pero tranquila le ha dicho a Phillipe que no se lo dirá a nadie.

—No me lo ha dicho.

Nancy me mira un poco confundida.

—¿Por qué te lo debería haber dicho sabiendo que no lo recordarías?

Niego con mi cabeza.

—Tienes razón.

Pero yo no me refería a que me lo viniera a decir ahora eso, me refería a que tuvo la oportunidad de decírmelo el día siguiente, en el mecánico pero no lo hizo. Ahora entiendo por qué se ha comportado de aquella forma tan arrogante y poco empática ese día. Ahora para sus ojos, soy aquella chica borracha y alcohólica que aparenta otra cosa donde estudia.

Beethoven (au // h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora