No. 44

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"Quizás ya es hora de aceptar que ya no somos, y que ya no seremos"

Dos años después...

Aún siento el tacto de sus labios en mi frente cuando salgo de su departamento. Me hubiese quedado a terminar mi almuerzo con Cody, pero salía atrasada a buscar mi vestido para la fiesta. Había llegado el día. Por fin, luego de dos años, Marie y Aaron se casarían. La recepción de la boda tomaría lugar en la hacienda de los padres de él, la cual contaría con una pista de baile, barra libre, una terraza y un mirador hacia la ciudad. Todo era de ensueño y los novios se habían demorado más de un año en arreglar todos los preparativos.

Aparco mi Jeep en el estacionamiento y me encamino hacia la tienda a buscar mi vestimenta de dama de honor. A pesar que me había negado a ser la dama de honor pero Marie insistió y me prometió que me daría una recompensa. Coloco mis gafas para ocultar mi cara de trasnoche y entro al local.  La mujer en la recepción me saluda con una sonrisa cálida, sin embargo no paso desapercibido sus ojos mirando mi ropa. Arreglo mi garganta y es entonces que pide mi identificación y tarjeta de crédito. Registra mi entrega y luego me entrega el comprobante de pago.

—Muchas felicidades para su hermana. —dice, entregándome mis documentos.

—Gracias. Hasta luego. —me despido de ella y salgo con el vestido envuelto en una bolsa negra. 

Llego a mi departamento y saco toallas limpias para tomar una ducha antes de que se me haga demasiado tarde para ir donde mi estilista.

—¿Diga?

—¡Grace Fournier! ¿Ya fuiste a dejar las sodas que te entregamos? —la voz demandante de mi hermana me sobresalta— Hermanita, los del del banquete te estarán esperando en una hora más en casa de Aaron.

—Se me había olvidado, lo siento. ¡Ya voy!

Cuelgo el teléfono y esta vez mi celular comienza a sonar. Lo saco de mi bolso de mano y atiendo.

—¿Si?

—¿A qué hora tengo que pasarte a recoger? —la voz de Phillipe me relaja enseguida

—A las cinco, o un poco más tarde. Depende a la hora que esté lista. —suspiro— Yo te envío un mensaje, mejor.

—Bueno ¿Y cómo te fue en la cita de anoche?

—Cody es simpático. —mi amigo al otro lado del celular se ríe.

—Tienes tanto miedo de formalizar tus relaciones que siempre dices lo mismo.

—Solo tengo veinticuatro años. Fue un buen polvo  y ya.

—No quería tantos detalles, Grace.

—Bueno, ahora tengo que colgarte porque tengo a una novia enojadísima por olvidar un encargo.

Mi amigo se despide de mí y le aviso a mi estilista que estaré en dos horas más en su local.

El coordinador me recibe los envases de soda que me había pasado mi hermana el día anterior. Trato de no mirar cómo está quedando la decoración pero me es inevitable no hacerlo, y observo las mesas, los candeleros que hay en ellas, las sillas hacia el altar, y las flores junto a estas , la alfombra blanca, las luces alrededor de los arbustos y árboles. Es un espectáculo grandioso. Es tan perfecto que me voy a casa con la imagen en mi cabeza.

Entro una vez más a la carpa blanca especial para la novia y le entrego el ramo de rosas color damasco. Mi hermana me abraza y se prepara para ir al lado de mi padre en una marcha nupcial. Tomo la cola del vestido blanco de mi hermana y la estiro para que se vea su belleza. Tomo mi propio ramo de rosas y me posiciono detrás de ellos. La música comienza, anunciando que es el turno nuestro de caminar hasta el altar.

Beethoven (au // h.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora