Capítulo 2

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Astrid

Llegué a casa de Jane a las 18:30 en punto y le envié un mensaje para que saliera de su casa. Estaba ansiosa por enseñarle lo que le había preparado, la conocía de sobra y sabía que Jane era una persona a la que rara vez le apetecía la fiesta, así que le preparé un plan tranquilo, pero que lo disfrutaría muchísimo.

—¿Qué tal voy para lo que has preparado? —Me preguntó al instante en el que sacó las llaves del cerrojo de la puerta.

—Vas perfecta para el maravilloso plan que te he organizado, ¿nerviosa?

—Un poco sí, la verdad. A las 21:30 tengo que estar aquí, eh. —Me recordó.

—Tranquila, nos va a sobrar tiempo. Ven, sígueme. —Le dije, dirigiéndome a la parada de bus que había a dos calles de su casa.

—¿Me vas a decir ya a dónde vamos o aún no? —Me preguntó, sentándose en el asiento que había libre al lado mía, sin saber muy bien qué hacer.

—Te voy a dar una pista: churros con chocolate. —Le dije, sonriente.

—No sé qué me habrás preparado pero por ahora me va gustando, y mucho. —Me dijo mirándome.

Iba a llevar a Jane a tomar un chocolate con churros en una cafetería del centro de la ciudad a la que siempre le apetecía ir. Lo que no se esperaba es lo que le había preparado después de la merienda a la que íbamos.

Me pasé la media hora del trayecto escuchando a Jane mientras me contaba el regalo que le iban a hacer sus padres por su cumpleaños, gracias a la ayuda de su hermano. Le veía muy ilusionada por el tatuaje que tenía pensando hacerse, y el hecho de verla feliz me puso feliz a mí también. Le tenía mucho aprecio a Jane, desde que coincidimos en aquella boda siempre había estado para cuando la había necesitado y me había ayudado en todo lo que podía y más. Por eso me gustaba verla feliz, se lo merecía más que nadie.

Llegamos a nuestra parada y nos bajamos. La cafetería a la que íbamos estaba a 20 minutos andando de la parada, así que no tardamos mucho en llegar. Cuando Jane se dio cuenta de para dónde íbamos aceleró el paso para poder llegar antes, haciendo que yo también lo acelerase. Al llegar nos sentamos en una mesa que había reservado hace un par de días en el ático de la cafetería, donde se podía ver perfectamente todo el centro de la ciudad.

—Dios, Astrid, qué vistas más bonitas hay. —Me dijo, contemplando el paisaje que teníamos a un lado de la mesa.

El ático de aquella cafetería estaba completamente destechado y la mesa que había reservado estaba justo al lado del balcón que rodeaba todo el ático.

A pesar de que a Jane le gustase ir a aquella cafetería, no solía subir al ático. Había ido sólo un par de veces con sus padres, por eso sabía que le gustaría ir conmigo y sobre todo si merendábamos churros con chocolate.

—Hola chicas, ¿qué vais a querer? —Dijo una camarera que se acercó a nuestra mesa.

—Pues 2 chocolates calientes y churros para dos. —Le dije a la camarera, me fijé un momento en Jane y vi que me miraba sonriente.

—Perfecto, ¿nada más?

—Nada más. —Contestó Jane, ansiosa por que le trajeran sus churros.

—Vale, pues marchando. —Dijo la camarera, sonriente.

—Muchas gracias. —Le dijimos Jane y yo mientras se iba.

Cuando se fue, Jane sacó su móvil y se puso a echarle fotos a las vistas del balcón.

—Me ha encantado la sorpresa Astrid, te lo juro.

—Pues esto no es todo. —Le dije, mirándola con una sonrisita traviesa. Si el plan de los churros le había gustado, no quiero imaginarme cómo se pondría con el otro que le esperaba.

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