Thiago
Salí de mi casa y, sin mochila, me dirigí al instituto.
A pesar de que no me gustaba dar clases por la tarde agradecí el hecho de no tener que madrugar más.
—Liv, me voy ya, ¿vale? —Avisé a mi hermana antes de salir por la puerta.
—Vale, ¿hoy cenas aquí? —Me preguntó.
—Sí. —Le respondí—. Adiós Marc. —Me despedí de mi sobrino, el más mayor de los 3, y salí por la puerta.
El instituto estaba a varias paradas desde la casa de mi hermana y yo me subía en la parada más cercana de su casa para bajarme en la última de todas. Como siempre, llegaba tarde, y fui el último en subirme al autobús. Me subí y me fijé inconscientemente en aquella chica. 'La chica del autobús', como mi cabeza la había empezado a llamar.
No sabía nada de ella, ni siquiera su nombre, pero desde que la primera vez que la vi llamó toda mi atención. Me quedé mirándola un rato cuando entré y me fijé en que ella también me había visto y, al verme, automáticamente se puso a mirar algo en el móvil. Me fijé en que esta vez no se había puesto en el asiento al lado de la ventana, sino que en lugar de estar ella estaba a su lado otra chica, la cual supuse que era su amiga; las pillé murmurando cuando me senté.
No sé qué tenía esa chica ni cómo lo hacía, pero conseguía ponerme muy nervioso cuando hacíamos ese extraño contacto visual. De buenas a primeras hizo algo lo cual yo no me esperaba y me hizo mucha gracia: se levantó y se sentó de golpe y, al rato, me saludó. Yo le saludé de la misma forma que hizo ella, y aquello me causó una risa nerviosa. De repente observé que ella y su amiga se levantaban para sentarse en los sitios que había libres detrás mía, lo cual me puso bastante nervioso inconscientemente. Estuvimos conversando un par de minutos y, a pesar de tener el móvil roto, insistió en que se lo diese así que accedí.
Mantuvimos una pequeña conversación hasta que llegó su parada y se tuvo que bajar junto a la chica que la acompañaba. Se bajaron y miré hacia la ventana para verle marchar. En comparación a su amiga ella era un poco baja, pero no tenía pinta de medir menos de 1.50, aunque al lado mío sí que se notaría su baja estatura. Por fin había conseguido hablar con ella y que hubiese dado el primer paso de acercarse me hizo sentir muy nervioso, a la vez que agradecido con que lo hubiera hecho.
A pesar de haberle dado mi número y mi nombre yo aún no sabía cómo se llamaba, ya que se fue sin presentarse, pero eso cambiaría pronto. Mañana era el último día que cogía aquel bus y esa vez sería yo el que se acercaría a hablarle, sin pensar en los nervios que aquello me causaría. Realmente, insisto, no entendía por qué su presencia me causaba esa sensación; yo era un chico muy seguro de sí mismo y rara vez me daba vergüenza hacer algo, siempre actuaba por impulsos y sin pensar.
El autobús llegó a su fin y me bajé. Al levantarme me percaté de que sólo quedábamos yo y un grupo de 4 niñas, las cuales se pusieron a hablar entre ellas cuando me levanté. Me despedí del conductor y me bajé para dirigirme a mi instituto, el cual estaba frente a la parada.
—Perdona. —Me dijo una de las niñas que estaban detrás mía.
—Dime. —Le dije. No eran muy pequeñas, pero no tenían pinta de tener más de 14 años.
—Que eres muy guapo. —Dijo interviniendo otra chica de ese grupo mientras todas se reían.
—Pues gracias. —Les dije con una sonrisa de lado—. ¿Sois de este instituto?
—No, somos del IES Cruz.
—Ah, ¿y qué hacéis por aquí? —Les pregunté. Me causó mucha gracia aquel grupo de niñas casi babeando por mí, además de que parecían muy majas.
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Volvernos a encontrar
Novela JuvenilJane y Thiago, un claro ejemplo de llamas gemelas, han coincidido en más de una vida. Unidos por el destino y las circunstancias se volverán a encontrar mil veces más, aunque hasta ellos mismos lo eviten en alguna que otra ocasión, consiguiendo sólo...