1. Cada movimiento era una obra de arte

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Aclaraciones:

- No es necesario saber o haber visto películas de Spiderman, solo saber que Alec es un héroe y Magnus un ladrón. Yo no sé de superheroes, así que no se si se relaciona con algo, pero la verdad la historia se me hizo lindisima, les queda bastante al Malec, y pues la traduje.

- Es una traducción, de una historia en ingles (el link está en la descripción)

- Son como pequeños one-shots, que si llevan un orden, pero con saltos de tiempo y que la trama se resuelve en cada capítulo


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Baby, you burn so hot, you make me shiver with the fire you got...


Alec POV

Alec sabe que hay un problema en del Museo Metropolitano de Arte (Met) antes incluso de que la alarma suene, sus instintos arácnidos advirtiéndole que algo estaba mal, al instante. Rápidamente baja su máscara y deja de comer los deliciosos tamales que su hermana había insistido en darle para su noche de vigilancia.

Se levanta listo para adentrarse en su papel de hombre araña. Últimamente colgarse por los edificios de la ciudad había perdido un poco la emoción. Aun le gustaba ayudar a la gente, detener ladrones mejor de lo que los policías lo hacían, pero la emoción que había sentido a sus dieciséis años cuando se puso por primera vez el traje, ya no era la misma.

No es como que pueda o quiera renunciar, pero las heridas que a sus veintiséis años se ha hecho, también le cobran factura. Suponía que al final de cuentas, ser el héroe que necesitaba la ciudad, era lo que le hacía continuar.

Pero la verdad era que el amigable vecino hombre araña estaba cansado.

Aterrizó en el techo del museo, y se asomó por una ventana que no debería estar abierta. Alcanzó a ver una figura negra dentro de un salón, donde definitivamente no debería haber nadie. Sus instinto arácnido al máximo mientras brincaba por ña ventana. Dentro la figura negra se volteó, casualmente pasando sus afiladas uñas por obras de arte que probablemente valían una fortuna.

El traje negro apretado, dejaba ver unos hombros anchos, unos brazos fuertes, unas largas piernas y un impresionante cuerpo que Alec no pudo evitar admirar.

Unos ojos dorados con verde, con unas grandes pestañas le miraron directamente, siendo lo único que le cubría la cara era un un antifaz de brillantina negra, dejando ver una piel canela y un cabello castaño. El ladrón sonrió traviesamente a Alec.

Alec no podía quitarle los ojos de encima, a pesar de que sabía que debía detenerle. El ladrón continúa pasando sus uñas ahora por un cristal, haciendo un ruido que molestó los nervios de Alec.

El ladrón no dejaba de sonreír, con su otra mano acomodándose algunos mechones de cabello, con puntas plateadas, que le caían sobre la cara. Rápidamente se giró y tomó una de las pinturas, haciendo que la alarma sonara finalmente.

El sonido despertó a Alec, haciendo que recordara el porque estaba ahí.

Estaba ahí para detener a un criminal, no para babear por él. Así que se puso frente al ladrón, bloqueándole el camino.

– Lo siento, pero voy a tener que pedirte que regreses eso, – Alec dijo, intentando sonar tranquilo.

El ladrón no dejaba de sonreír, esta vez tan cerca de Alec que no pudo evitar notar los abombados labios rosas, y el delineado de gato que usaba. A la distancia escuchó las sirenas acercarse cada vez más al museo.

El Gato y la Araña (MAlec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora