5. Propuesta indecente

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Una aventura es más divertida si huele a peligro...




POV Magnus

Magnus no sabe si lo hace consiente o inconscientemente, pero siempre termina robando lugares donde sabe que la araña estará. Las Joyas más finas de Brooklyn es un lugar favorito para ladrones como él, y muchos otros.

Los códigos son fáciles de hackear, la falta de seguridad, la Araña probablemente había atrapado montones de ladrones en ese lugar. Así que obviamente no tardaría mucho en aparecer mientras Magnus admiraba el bonito y grande diamante rosa del anillo que acababa de tomar de su lugar.

– Gato, – la Araña le dice, con las manos en la cadera.

– Arañita, – Magnus le contesta, con una sonrisa coqueta, mientras juega con el anillo en sus manos. Sensualmente caminó hacía la araña.

– Dame el anillo, Gato, – le dijo.

Magnus finge pensarlo un momento, para decir. – Nah, – agachándose para lanzar un codazo al estómago de la araña.

La Araña le ve venir, y atrapa el brazo del Gato antes de que pudiera golpearle. Usando el brazo de la Araña como impulso, le lanza hacía la pared de la tienda.

– Atrápame, y lo volveré a pensar, – le dice, antes de salir corriendo. A lo lejos, escucha como la Araña se levanta, maldiciendo.

– El crimen no es un buen negocio, Gato, – le grita, mientras le persigue.

– ¡Ja! – Magnus se burla, brincando de un techo a otro. – Claro que es un buen negocio, tengo un penthouse lleno de hermosas cosas que lo prueba. –

La Araña suelta una risita.

Magnus corre por el techo de un edificio, brincando y aterrizando suavemente sobre el borde de la tarima de un techo. Escucha a la araña acercándose a él. Magnus mira sobre su hombro, le saluda, y brinca y cae sobre el techo de un taxi en movimiento.

El taxista le maldice, pero Magnus le ignora. Mira hacía tras, la Araña iba dos coches atrás de él. Magnus se prepara, y brinca hacía otro coche. Magnus no se puede rendir aun, así que saca su cuerda con arpón, y la lanza hacía un poste de luz, que se enreda a él sin problema.

Magnus salta, aterrizando en una calle. No ve a la Araña, pero sabe que sigue detrás de él.

Comienza a subir por el edificio, hasta llegar a la cima. Cuando llega al techo, la Araña se lanza contra él, tacleándole en el suelo.

– Te tengo, – le dije la araña, encima de él, intentándole contenerle, pero tocándole lo menos posible de forma no profesional. Era adorablemente caballerosa su Arañita, lo cual también le calentaba.

– Supongo que debo hacerme más el difícil, – Magnus le sonríe, alejando su mano con el anillo, lejos del agarre de la araña.

Enreda sus piernas en una pierna de la Araña, girándole para cambiar de posición, quedando encima de él, y acomodándose en su pecho. La Araña levanta su brazo, pero Magnus lo atrapa y lo pega al piso. La Araña pelea, pero no demasiado.

Al final, se levanta ágilmente, un poco decepcionado, queriendo quedarse sobre el pecho de la Araña. Quizá algún día.

Por hoy, corre y brinca hacía el otro edificio.

– Gato, – le grita nuevamente, levantándose y corriendo detrás de él.

Magnus mira sobre su hombro para ver a la Araña acercarse a él. Mira al anillo en su dedo. Por mucho que disfrute el juego, no puede dejar ganar a la Araña y perder el anillo.

Magnus se da la vuelta, deteniéndose de golpe. Si no fuera por los reflejos de la Araña, probablemente hubiera terminado estrellado a su cuerpo. La Araña se veía confundida, el Gato nunca se detenía por su cuenta cuando le perseguía. Pero el Gato tenía un plan.

Magnus se pone de rodillas, levantando el anillo entre sus manos.

– ¿Qué... que haces? – la Araña pregunta tartamudeando, mientras Magnus le toma de la mano, delicadamente, con sus garras arañándole un poco el guante.

– ¿Te casarías conmigo? – Magnus le pregunta, mirándole directamente.

– Gato... yo... – la Araña solo tartamudear nervioso, sin saber que hacer.

Magnus usa ese momento de ventaja para jalarle del brazo que le tenía agarrado, y arañarle una pierna, atravesando el traje.

– ¡Ah! – la araña grita, cayendo al suelo, agarrándose la pierna donde el Gato le había araña. – ¿Qué? ¿Por qué? –

Magnus se encoge de hombros, como disculpa, y aprovecha para correr. – Se necesita una buena distracción para ganarle a tu sentido arácnido, – le grita, corriendo al lado contrario.

– Ow mi pierna, – la Araña se queja, aun en el suelo. – Y mis... mis sentimientos. –

El Gato siento un poco de culpa por su truco sucio. El anillo prácticamente no le importa, se lo pudo haber dado sin problema. Lo importante es la banda, no el diamante en si. Un idiota no sabía lo que tenía y vendió el anillo. En la banda, estaban escritos sobre el metal unos códigos de una bóveda.

Finalmente deja atrás a la araña, y cuando esta seguro, se deja caer por la pared, enterrando sus uñas, rechinando, y cayendo sobre una calle, donde le espera un coche.

– Odio cuando haces eso, el sonido es muy molesto, – le dice Raphael, su amigo y en algunas ocasiones chofer, que le mira desde la ventana abierta.

Magnus regularmente trabaja solo, pero algunas veces cuenta con ayuda de otros criminales de su confianza.

– Oh, cállate, – Magnus le dice, entrando al auto y quitándose la máscara. Raphael no le deja terminar de acomodarse antes de acelerar a toda velocidad.

– ¿Ya terminaste de coquetear con tu novio superhéroe? – le pregunta Raphael, con los ojos en la carretera.

– No es mi novio, – Magnus dice, moviendo su anillo de forma nerviosa. Algo que Raphael nota y gira los ojos.

– No aun, – dice riendo, recibiendo solo una mala mirada de Magnus.

Magnus le ignora, haciéndole señas para que mire al frente, pero Raphael no quitó su risa burlona. Siempre recibía burlas de su relación con la Araña.

Continúa viendo el anillo en su dedo, sonriendo por la forma en que su Arañita se había quedado sin palabras cuando se había hincado frente a él. De alguna forma, sentía que la Araña le estaría reclamando después sobre esa broma.

Magnus sonrió al pensar en ello.

*

Alec POV

Alec se queda sentado en el suelo, acariciando su pierna herida. quizá estaba siendo demasiado dramático. Pero, realmente le había dolido, y estaba un poco ofendido e intentando ignorar la forma en que su corazón había saltado al ver al Gato de rodillas enfrente de él.

Solo alcanza a ver como el Gato le lanza una última sonrisa antes de desaparecer en la noche.

Finalmente, se levantó, caminando lentamente al borde del techo, donde ya no vislumbra al Gato.

Al parecer el Gato tenía un compañero. Que injusto. Quizá debería conseguirse uno.

Alec se vuelve a sentar en el borde del techo, suspirando y tratando de ignorar a su traicionero corazón que latía a toda velocidad por el Gato.




Mañana subo otro... lo prometo (:

El Gato y la Araña (MAlec AU)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora