– Hay un diamante que necesito robar, – Magnus le dijo casualmente, mientras le besaba la mejilla a Alec, quien estaba sirviéndose café.
– ¿Necesitas? – Alec le miró mal.
– Bueno, quizá no necesito, pero definitivamente quiero, – Magnus le sonrió, estirándose en el taburete de la mesa, como un gato.
– Ya tienes bastantes diamantes, – Alec dijo, poniéndole crema a su café.
– Si. Pero no tengo este diamante, – Magnus le jaló del brazo, abriendo sus piernas para que Alec se acomode ahí.
– Okey. Así que quieres robar un diamante, ¿eso significa que no vendrás a cenar esta noche? – le preguntó, tomando de su café caliente.
– De hecho, podría necesitar tu ayuda, – Magnus pasó su mano por los hombros de Alec.
– ¿De verdad? – Alec preguntó sorprendido.
– Si, de verdad. A veces trabajamos juntos, – Magnus le miró con ojos de gatito.
– Lo sé. Pero regularmente para robar un diamante no necesitas de mi ayuda. –
– Pero este diamante tiene una trampilla, –
– Por supuesto, – Alec suspiró.
– No se quien tiene el diamante. Y el hombre que atraparon mientras se transportaba el cargamento, no quiere hablar conmigo, – Magnus le explicó, pasando sus dedos por la espalda de Alec.
– ¿Y porqué crees que hablará conmigo? –
– Eres un hombre convincente, – Magnus le besó la mejilla juguetonamente.
Alec no tenía que pensarlo mucho, si Magnus necesita su ayuda, él le ayudaría. – ¿Dónde está ese hombre? –
Magnus sonrió radiante.
*
Magnus le llevó al edificio de policías de la ciudad de Manhattan.
– Veré si tiene ganas de ayudar al amigable Hombre Araña. Si no, tendremos que usar otros métodos, – Alec dijo, depositando un beso sobre los labios de Magnus, sin quitarse la máscara.
Magnus le sonrió tiernamente, y Alec escaló hasta llegar a la ventana con barrotes, para ver a un hombre llamado Jimmy sentado dentro.
– ¡Hey! – Alec habló. El hombre solo le ignoró. – Me preguntaba si puedes ser un buen samaritano y ayudar al Hombre Araña, esta noche, – le dijo, aun amigablemente, pero el hombre continuaba ignorándole. – ¿Quién te contrató para recoger el cargamento de anoche? –
Jimmy siguió en silencio, con los brazos cruzados, sin voltear a verle. Alec suspiró, aun agarrándose de la pared con una mano, y con la otra lanzando una telaraña al hombro de Jimmy.
El hombre finalmente volteó a verle, enojado. Alec lanzó otras telarañas más, golpeando al hombre.
– O me dices quien te contrató, o te dejaré colgado de esa pared toda la noche, mientras te aviento telarañas, – le dijo, lanzando otra bola de telaraña a la cara de Jimmy. – Y si eso no es suficientemente malo, el Gato Negro cantará para ti "Memorias de los Gatos", una y otra y otra vez. ¿Y adivina quien no se sabe la letra y se inventa la mirat de las canciones? –
El hombre simplemente le miró mal.
– ¡Es tu turno, Gato! – le gritó a Magnus, quien se acerca a su lado y carraspeó su garganta.
– ¡Meeemoriessss, all alone on the pavvveeementtttt– Magnus cantó, un poco mal y bastante ruidoso.
Jimmy intentó taparse los oídos, mientras Alec continuaba lanzando bolas de telaraña bastante dolorosas por su cuerpo.
ESTÁS LEYENDO
El Gato y la Araña (MAlec AU)
AventuraLas aventuras entre Alec Lightwood, el amigable vecino Hombre Araña, y Magnus Bane, el famoso ladrón reconocido mundialmente, el Gato Negro, y sobre como poco a poco se va formando una bonita historia de amor en los tejados de las oscuras noches de...