Quiero tenerte aunque sea solo un momento
Y si me dejas, tal vez todos los días...
Magnus POV
Magnus se despertó, y su primer instinto fue correr. Eso es lo que siempre hace, lo que siempre ha hecho, no puede evitarlo. Se levantó de la cama con cuidado para no despertar a su Arañita, a Alexander.
Aun no se acostumbra a saber su verdadero nombre. Ni a escuchar su propio nombre de los labios de Alec, con esa voz gruesa, pero a la vez tan dulce, que hace que su nombre, pronunciado por Alec, se vuelva su palabra favorita.
Aun no puede creerlo del todo. Un héroe y un ladrón yendo a citas y al mismo tiempo persiguiéndose entre los tejados.
Se movió hasta estar a la esquina de la cama, viendo en la cabecera los rasguños que el mismo había dejo la noche anterior, por las actividades realizadas. Se inclinó para ver a Alec, quitándole suavemente el cabello que le caía de sus ojos, sin despertarlo.
Magnus le encanta robarse esos pequeños momentos antes de que despierte. Robarle sus mañanas como si fueran el diamante más preciado del mundo.
Siempre pensó que lo único que podría obtener serían las noches, pero ahora también tenía las mañanas. Era tan aterrador abrirse con una persona, cada día lo pasaba peleando contra su instinto natural de salir corriendo, de desaparecer sin ninguna palabra.
Pero su corazón no se quería ir, quería quedarse. Y no solo por una mañana, si no por siempre.
Necesitaba llamar a su comprador, necesitaba ir a su penthouse a preparar su pintura blanca del cabello para la noche. Tenía toda una lista de cosas que preparar, limpiar su traje, uno de sus tacones se rompió y necesita comprar unas nuevas botas. Pero nada de eso le importa demasiado, por primera vez en su vida, lo único que le importa era Alec.
Se inclinó un poco, pasando su mano por el pecho desnudo de Alec, acariciándole.
Pensó en la noche anterior, en las noches que llevaban compartiendo desde hace algunas semanas. Pensó en la facilidad con la que Alec le quitaba el traje, desesperado por él.
De como se había vuelto rutina. Pero había algo que quería cambiar sobre esa rutina, no quería que Alec despertara en un departamento vacío y con la ventana abierta. Con unos arañazos en la cabecera de la cama como la única evidencia de que Magnus había estado.
Continuó acariciando su pecho, disfrutando del suave ritmo de su corazón a través de su mano, subiéndola hacía su rostro. Amaba admirar ese rostro, ni en sus mejores sueños se había imaginado un rostro tan perfecto.
Finalmente se alejó de Alec, se levantó de la cama, levantó los trajes que habían quedado en el suelo, y salió de la habitación. El negro de su traje fácilmente se combinaba con el rojo y azul del traje de Alec. El Gato Negro y el Hombre araña, tirados en el suelo mientras Alec y Magnus caían en la cama.
Por un momento su instinto le volvió a gritar que tome su traje y corra. Pero le detuvo. En su lugar, caminó hacía la sala, tomó unos pantalones del sillón, y se los puso, quedándole un poco grandes para él.
Caminó por el departamento hasta llegar a la cocina, abriendo y cerrando puertas, sin saber donde guardaba Alec la comida. Todo estaba perfectamente acomodado, a diferencia de la cocina de Magnus, quien siempre dejaba sus cosas listas para ser ocupadas de nuevo.
Sonrió cuando finalmente encontró un juego de tazas.
El refrigerador de Alec estaba igual de acomodado que todo, así que fácilmente encontró los ingredientes. No es chef, pero, al haber vivido tanto tiempo solo, se las sabe arreglar.
Por ejemplo, sus omelets, son de otro mundo. Se movía por la cocina, como si estuviera en un banco, sin hacer un solo ruido, simplemente dejando que el aroma de la comida inundara el ambiente.
Magnus estaba de espaldas a la cocina cuando Alec finalmente salió del dormitorio, aunque eso no evitó que pudiera sentirle. No tiene un sentido arácnido como su novio, pero siempre ha podido sentir cuando su Arañita está cerca.
– Estás aquí, – Alec dijo, sonando impresionado y feliz.
Magnus solo sonrió, solo el sabiendo lo difícil que fue para el quedarse, en lo que espera se convierta en otra rutina más.
– Aquí estoy, – le contestó Magnus, lanzándole una sonrisa, notando el rostro adormilado, antes de volver su atención a la comida.
Escuchó a Alec acercarse, primero deteniéndose en la mesa donde estaba el café, y luego detenerse justo detrás de él, para deslizar sus brazos por su cintura, y abrazarle. Ahí, depositó un par de besos contra el cuello de Magnus, para terminar recargando su rostro en su cuello.
– Huele bien, – le dice, al parecer siendo la clase de persona que no decía oraciones de más de dos palabras sin su café mañanero. Otro dato más para Magnus.
– Gracias, no soy un cocinero profesional, pero me se defender. He pasado toda mi vida teniendo que alimentarme, así que se algunas recetas, – Magnus le dijo, dejándose caer sobre el pecho de Alec, amando la sensación de su pecho desnudo contra su espalda.
Volteó el omelet por última vez, antes de tomar dos platos y depositarlos ahí, sin despegarse del contacto del cuerpo de Alec.
Magnus le acarició una mejilla, antes de deslizarse fuera de sus brazos. Alec tomó los dos platos mientras que Magnus sirvió las tazas de café y luego, ambos se sentaron en la mesa de la cocina, Alec entrelazando su pie en el de Magnus, como necesitando sentir su toque.
– Deberías quedarte más seguido, – finalmente habló Alec, después de haber tomado un par de tragos a su café. Levantó su mano y comienzó a acariciar el cabello de Magnus.
– Si, – Magnus dijo, tomando la mano de Alec mientras este la bajaba, y entrelazándolas. – Creo que lo haré. O al menos lo intentaré –
Alec sonrió, entendiendo, y levantando sus manos entrelazadas para besar la de Magnus.
Magnus quiere robar más momentos como esos, quiere pelear contra sus instintos y convertir esto en algo regular, no solo ser el Gato negro y el Hombre Araña. Ser Magnus y Alec.
Ternura Malec...
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El Gato y la Araña (MAlec AU)
AdventureLas aventuras entre Alec Lightwood, el amigable vecino Hombre Araña, y Magnus Bane, el famoso ladrón reconocido mundialmente, el Gato Negro, y sobre como poco a poco se va formando una bonita historia de amor en los tejados de las oscuras noches de...