1 Gritos

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Corea del Sur, Seúl 22 de julio de 2022.

Jeon Jungkook miraba a esa mujer con la cabeza abajo, eran las 1 de la mañana, estaba cansado, y en lo único que podía pensar era dormir, pero las palabras de su esposa hacían eco en su cabeza, ella solo gritaba, una y otra veces diciendo palabras incoherente, y frases absurdas.

-Es obvio que se lo que pasa, no llegaste porque estabas con esa secretaria que tanto te distrae, claro, una mujer tan descarada como ella, es obvio que es una zorra!!-Gritaba la mujer mientras miraba a Jungkook, el hombre era  jefe de marketing en una de las tantas empresas Park.

Jeon solía encargarse de proyectos hasta altas horas de la noche, el debía ser el tipo de jefe que sus empleados necesitaran, uno elocuente, uno ingenioso, he incluso un tanto sonriente, aun que esto último era raras veces, ya que la mayoría de sonrisas eran extintas por la mujer con la que se había casado.

Jeon no era explosivo, o ese era un atributo que se podia dar hace unos años atrás, ya que en esos momentos lo único que deseaba era tomar una copa de vidrio, y estrellarla contra la pared, o contra su propia cabeza, estar en el hospital era mil veces mejor que estar con esa mujer que simplemente le carcomía la cabeza, y le destruía el alma hasta hacerla añicos. 

Catrina solía esperar a su marido, con su perfecto cabello negro, y a veces un tanto rizado, con una comida preparada, y con las palabras hirientes cual víbora, ese era su día a día, y cualquiera que la viera diría que lo disfrutaba demasiado. 

-Sabes que no es eso, debo terminar el próximo proyecto de la empresa, saldara a la luz en unos días -La mujer lo miramba con enojo, y simplemente tiro todos los platos que se encontraban en la mesada, esos que estaban para ser lavado.

Jungkook había pensado mas de mil veces en tomar sus cosas y irse, pero no era tan fácil como uno creería, estar en esa situación no lo era. Y mientras los platos caían, y haciendo un ruido retumbante, el hombre de ojos miel podía sentir como su vida era destrozada una ves mas, como cada noche que pasó con la madre de su hijo.

Su alma como aquellos platos de porcelana empezaban a ceder, empezaban a desquebrajarse pedazo a pedazo, y con una mirada fría los sentimientos de angustia se daban a conocer en su mente, y las lágrimas no visibles llenaban su ser, como si el mundo le estuviera cobrando algo malo que había cometido en otra vida.

El hijo de la pareja solía bajar todas las noches por el ruido que los dos hacían, y esa no era una excepción, el se mantenía expectante mientras veía sus papas pelear una ves mas, como siempre lo hacían, algo normal para el, algo que pasaba todos los días, pero aun así podia sentir el sabor amargo en su boca, como si el ácido de su estomago estuviera descomponiendo cada célula de su cuerpo, y lo estuviera quemando hasta tal grado de querer subir a su alcoba, y llorar hasta que sus lagrimas fueran efímeras.

-Mamá una ves mas estas haciendo lio por cosas que te armas en la cabeza -Dijo el chico, que ya conocía a la secretaria de su padre, la bella mujer estaba rondando los 45 años, una señora muy trabajadora y elocuente según el sabía.

La mujer miro a Jungkook enojada, y con la cara de querer matar a su hijo por no ponerse de su lado, como si quisiera recibir el mísero apoyo que no se merecía. 

Era fría, calculadora, celosa, extremadamente explosiva, todo la enojaba, desde ese pequeño pañuelo que no estaba en su lugar, hasta las horas de trabajo de su marido, esas que según ella sobrepasaban el limite.

-Tu apoyando a tu infiel padre, cuando yo soy tu madre, la que esta contigo todo el tiempo, la única que va a tus estúpidos recitales, y esos de baile contemporánea, SeokJin a veces espero que seas mas agradecido conmigo -En ese instante el chico dejo salir sus lagrimas, cosa que quiso parar, esos comentarios eran muy naturales, y muy raramente no pronunciado.

Locura escondida kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora