6 Libérame

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Podia sentir su labio partido, podía sentir los rasguños en su espalda, podía sentir la suave piel porcelana y lisa juntarse con la suya, podía sentir sensaciones que ni William Shakespeare podría describir -Me falta el vocabulario para expresar lo que siento, pero me sobran las palabras para proclamar las razones por las que cometo tal acto repulsivo para un hombre casado - Miles de cosas pasaban por la ya madura mente de Jungkook, pero al mismo tiempo se perdían en lo mas profundo de su mente, porque podía sentir como el pequeño cuerpo con cabellera rubia y ojos azules dejaba salir uno que otro sonido de dolor, ese que le daba a entender que el tambien estaba en una batalla moral, al igual que una de profundó amor que sentía por el mayor, los dedos de Jeon abrían paso por la piel chico, y lo hacía delirar de placer, podía sentir como era amada  a tal punto de sentirse mal, ya que el mas chico le estaba entregando todo en un acto tan banal como el que estaban cometiendo, en un acto que el solo consideraba carnal.

Jimin lo sabía, no era tanto, pero lo amaba, ama a ese hombre,  y ese era el motivo por el cual le dolía saber que mientras el entregaba lo mas puro, lo mas hermoso que tenia como su amor, sus esperanzas de ser feliz por un momento con alguien que no lo aborreciera por lo que era, mientras que el otro daba a conocer el su eterno placer sin amor que concebía.

"¿Me amas?" Eso es lo que Jimin hubiera deseado preguntar mientras el mayor lo tocaba, pero no estaba listo para que su ser se desgarrara a tal grado de perder todas las esperanzas que encomendaba a su mismísima mente, y solo podia tratar de amarlo de la forma más carnal, pero vale aclarar que el sabía la respuesta, el sabía que Jungkook le respondería un tímido y apenado "no", ya que no le permitiría hacerse ilusiones con una mentira como esa, Jungkook no era así, el no iba a querer ilusionar al rubio con un amor que aún no sentía, o con promesas falsas que le hicieran daño al ser reveladas con el tiempo.

Jungkook no amaba a aquel chico de cabellos dorados,  solo lo añoraba, añoraba sentirse joven, añoraba tener un contacto carnal con alguien, más allá de que el hubiera tenido su heterosexualidad muy remarcada en el pasado, que ciertamente el ya no era, el era un hombre tratando de sentirse amado, y no corresponder ese amor era una de las cosa que le daba mucha pena, Jimin era el ser más magnifico que hubiera visto en toda su mal nacida vida.

El más pequeño se confirmaba con ser tocado por el hombre que amaba, siempre había creído que Jeon se cansaría de su esposa, dejándose caer en las manos de otra mujer, y eso lo había lastimado mucho tiempo en el pasado, pero tener al mayor besando su piel, tocando cada parte de su cuerpo con besos y suaves caricias, el sabía que ese hombre ya estaba en sus manos de cierto modo, y eso era lo único que tenia a su favor.

Sus mentes en intentes estuvieron en blanco, disfrutando el placer que uno le daba al otro, disfrutando de la cama aterciopelada color vino, de las sábanas de seda que nos cubrirá color borgoña, de sus cuerpos fundiéndose para ser uno, refregándose uno contra el otro, amándose de un modo inimaginable.

Jungkook dejaba ver su perfecto cuerpo, grande, elegante, y con un porte firme, y Jimin se deleitaba con la vista que adornaría cada uno de sus recuerdos desde ahora, podía ver cómo aquel hombre con tanta gracia lo dominaba, lo tocaba, besaba, y podía sentir como rostro de el mayor estaba a tan corta distancia de su cara que lo podia escuchar respirar de manera profunda, antes de besarlo.  Las venas de Jungkook se dejaban ver, en sus brazos, en su cuello, y en ese exquisito pedazo de carne que entraría en el.

Jungkook amaba verlo, amaba ver cómo el cuerpo delicado y fino se contraía ante el, amaba ver cómo la boca del rubio prometían una mamada exquisita, y como estos sonaban de esa forma morbosa y existente, los gemido de Jimin eran la canción más hermosa que jamás había escuchado, esos ruiditos, esos siseos, esos gemidos que daban a escuchar una sinfonía única que el amaba.

Locura escondida kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora