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—Narra Carrera.

—¡Último vaso!—Le grité a Tomás que tenía la bolsa de basura abierta, y yo apuntando para tirar el vasito de plástico—Y.. ¡Se!—Sonreí como estúpido al embocarlo y acomodé el monitor del escritorio.

Habíamos limpiado todo, después de que el dueño de la casa nos dejara solos.

Incluso en uno de los escalones habíamos encontrado un condón usado, que al menos a mí me pareció raro que Iván no lo haya visto cuando fue a dormir. Quisimos aplicar la 3312 de Monster Inc cuando lo pisé, pero Tomás terminó agarrándolo con unas pinzas.

—¿Qué hora es?—Me preguntó mi amigo, yo estaba sentado en la sillita gamer de Iván. Prendí el celular.

—Van a ser las 17—. Eché un suspiro cuando lo ví levantarse.

—¿Te quedás con él? Yo me tengo que ir—Asentí en su dirección y luego de haberme saludado con un abrazo, lo ví irse.

Me levanté y subí las escaleras, tenía algo de sueño y dolores horribles de cabeza. Podría jurar que las ojeras seguramente estarían aún más notorias con lo de hoy.

En el hospital no había dormido nada porque tuve el capricho de estar despierto para saber cuándo despertaría Iván.

Decidí ir a su habitación, quería ver cómo estaba.

Abrí la puerta de apoco, intentando hacer el menor de los ruidos. Mi última acción hecha, sería despertarlo. Me saqué las zapatillas y me acosté al lado de él. Y sí. Aunque había otra habitación quería dormir en ésta.

Miré al techo por unos minutos. Mis ojos lagrimeaban por el notable cansancio. El cuerpo ya casi no respondía mis órdenes y eso me hacía sentir más pesado. Con las pocas fuerzas que tenía gracias al sueño, lo abracé de la cintura y recosté mi frente en su nuca.

Al momento me sentí hundido en sueños.

════ •『 ♡ 』• ════

—Narra Iván

Un bracito en mi cintura y una respiración chocando en mi nuca. Este chico hacía cosas gays y después decía que no lo era.

Lo dejé dormir echo un bollito en las sábanas. Supuse que estaba cansado así que no quise despertarlo para cuando iba a comprar para comer. Me bañé con agua fría aunque verdaderamente el clima esté en temperaturas bajas.

Sonreí cuando lo escuché murmurar cosas sin sentido.

Agradecía con todo mi corazón su compañía en el corto tiempo que estuve inconsciente. De verdad decirle perdón tantas veces no eran suficientes como para llenar mi culpa.

No era la primera vez que le exigía saber algo que no tenía idea de lo que era. Semanas atrás ya nos habíamos peleado varias veces y todo principalmente por mis estupideces.

Y con todo eso, jamás creería que él aún así siga acompañándome.

Lo miré desde el marco de la puerta. Tenía la sensación de que era unas de las mejores personas que había conocido en mi vida. Embobado, mirando cómo dormía, no me dí cuenta cuando su cabecita se asomó por los bordes de la sábana, haciendo que caiga en sus mejillas.

—¿Dónde estoy?

Me reí por su comentario. Medio adormilado, y completamente tierna la manera en la que lo había dicho. Me acerqué y levanté unos papeles del piso.

𝗜.𝗪.𝗔.𝗕.𝗬 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora