Todo el escuadrón de la muerte se materializó en el Inframundo. Las cenizas del suelo se alzaron en el aire mientras las cuatro grandes parcas seguían al juez. Azra, la chica de rojo o la Muerte, iba detrás de todas ellas.
No estaba arrepentida de haber salvado a Khan, sin embargo, sabía las consecuencias que acarreaba su decisión y todo lo que se desataría después de ello. Solo esperaba que con Eidrien fuera suficiente para detener el desastre que se avecinaba.
Luego de pasar por un puente, debajo del cual corría el Estigia, que en esta zona estaba lleno de almas en desgracia que gritaban mientras se las llevaba la corriente; llegaron delante del gran palacio de Hades. Una estructura oscura, cenicienta y llena del más horrible frío de muerte. Su interior era similar, cortinas rasgadas y sucias de ceniza, cuadros antiguos de personas desconocidas, a algunos no se les veían claramente los rostros. Los pasillos y salones solo estaban iluminados por candelabros en forma de araña, llenos de fuegos azules que flotaban a su alrededor.
Azra aún a esa distancia podía escuchar los gritos de las almas que la habían acompañado toda su "vida". Sonrió, ella no estaba viva, esos gritos solo habían estado durante toda su existencia desde que llegó a ese lugar. Lo peor era que recordaba todo desde ese día hasta la actualidad, como si hubiera sido hacía unas horas.
Había llegado de mano de la antigua Muerte, ella también vestía de rojo y gracias a su máscara dorada, sus cabellos eran negros. La pequeña Azra caminó torpemente, siendo guiada por aquel ser frío e imponente que significaba la antigua muerte. Ella, con apenas tres años, no podía entender lo que estaba sucediendo y no dejaba de llorar por sus padres, por Ciel. No sabía por qué lloraba por su hermano, a lo largo de los siglos se dijo que sería porque en el fondo sabía que él la mató.
En aquel entonces había atravesado el mismo puente y había llegado al mismo castillo y había caminado por los mismos pasillos que en ese instante. Todo allí la asustaba, desde los gritos hasta la estructura lúgubre del lugar, y la hacía llorar más y pedir por su papá.
Los portones, llenos de monstruos tallados en piedra negra, los mismos que se estaban abriendo en ese instante, fueron los que se abrieron en aquel entonces delante de ella. Sin embargo, la visión fue diferente.
Un hombre alto y de cabellos negros que caían en cascada por toda su espalda, cubierta con una enorme capa negra cuyos bordes se volvían humo del mismo color al arrastrarse por el suelo, la esperaba de espaldas.
—El alma ha sido cobrada, mi Señor —había dicho la antigua Muerte y él se giró, dejando que Azra viera el rostro de aquel que sería su Señor y más que eso por los siguientes siglos.
Su rostro, pálido como el de los muertos, era tan apuesto como el del hombre que le dio la vida y sus ojos rojos brillaban en medio de la oscuridad de su apariencia. En su cabeza llevaba una corona de pequeños huesos con algunos cráneos que ya tomaban un color negruzco por la ceniza, pero que no restaban en nada a su apariencia oscura. Él se acercó a ambas y la pequeña Azra, en aquel entonces aún Clariel, más que asustarse con su imponente presencia, le miró desde su menos de un metro de altura con admiración. Él alzó una ceja ante la mirada de la pequeña, que sin dudas era una ninfa, quizá más que eso, porque era la criatura más hermosa que jamás había llegado a esas tierras muertas.
Hades miró a su sirvienta y ella bajó la cabeza. —¿Te aseguraste de que Éstige no se entere?
—Lo hice, nuestra señora jamás sabrá que esta pequeña llegó aquí.
Él asintió e iba a decir lo que debía de hacer con el alma de la niña pero notó como ella tomaba su mano. La miró asombrado, ningún alma se había atrevido a tocarlo jamás, mucho menos las de niños pequeños que solían temerle más que los adultos. Azra volvió a verlo a los ojos, pero sus iris doradas se habían vuelto rojas, como las de él.
ESTÁS LEYENDO
War of Hearts (Dark Angel IX)
FantasyLas almas perdidas gobiernan... La prisión mágica es un completo caos... Solo algunos han sobrevivido... Solo pocos reinos siguen en pie... La línea entre la Vida y la Muerte se ha vuelto invisible... Solo hay algo a lo que...