Capítulo XIV

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     Charles sentía repulsión cada que tenía que beber sangre. Trataba por todos los medios de no hacer ningún gesto que delatase que le sabía a lo que era, un líquido que no se bebía. Se preguntó por qué su tía Sussan no pudo hechizarlo para eso también, para que no sintiera tan horrible el sabor.

     Suspiró y le dio una mirada seductora a una hermosa vampiresa que hacía media hora lo estaba observando con deseo. Charles no había estado con nadie en esos veinte años, no le suponía ningún problema en absoluto. A diferencia de Nicholas o Eidrien, siempre fue más reservado y tranquilo para esas cosas. Solo estaba con mujeres que le gustasen de verdad y las veces que había ido a prostíbulos con ellos, casi siempre terminaba pagando por una conversación.

     Era ridículo, lo sabía.

     Si algo debía admitir era que un poco presionado sí se sentía. A Ciel le hacían la vida miserable por no estar con nadie y a él no le gustaba que lo molestasen. Por eso también había tenido su primera vez con una chica cualquiera. Cuando se decidió, para evitar comentarios, lo hizo con la primera que le pareciera medianamente atractiva. Se arrepentía de su inmadurez en aquella época, unos años más tarde tuvo una relación más estable, con alguien a quien sí quería y por quién sí sentía atracción y se dio cuenta de que cuando te atraía en serio una persona era completamente diferente.

     Como se sintió cuando besó a Clariel, por ejemplo.

     El pensamiento hizo que la sangre en su copa le pareciera más amarga. Para su desgracia, Clariel besaba como una diosa, o él estaba demasiado enganchado con ella como para pensar distinto. No dejaba de pensar en besarla otra vez, cada que hablaba con ella trataba por todos los medios de no mirarle los labios. De no desearla más. Era mayor que su madre, por mucho, y aún así se sentía atraído. Aunque para la diferencia, Clariel se veía de su edad, quizá más joven.

     Notó como Hécate y Natanael estaban a lo lejos junto con sus secuaces. Trató de pensar en cualquier cosa del baile, en la vampiresa, porque Demir dentro del cuerpo de Kay podía oír pensamientos y no les convenía que se supiera nada. La Muerte y Destiny estaban en el interior del palacio buscando la brújula. Él y Axel estaban encargados de vigilar a todos los allí presentes por si alguno decidía salirse de la sala.

     Azra y Chloé, pasada una hora de que había comenzado la fiesta, se encontraban delante de unos portones encantados. Era magia de alguna de las parcas, porque ellas no podían entrar sin más. Azra estaba algo frustrada, no creía que el baile fuese a durar para siempre y romper los sellos que habían usado para cerrar la puerta iba a alertar a Hécate. Debían hacer todo lo más rápido posible.

      La Muerte sacó su tijera y juntó sus palmas con ellas en medio. —Brattury hatus neru cutt —susurró y la tijera comenzó a brillar en dorado. Miró a Destiny y esta le dio un asentimiento, en cuanto abriesen la puerta debían tomar lo que querían y salir de allí.

       Azra enterró la tijera en la puerta y esta reveló todos los hilos que la sellaban. Uno a uno fue roto hasta que los portones se abrieron delante de ellas. Ambas aparecieron en el interior, estaba lleno de objetos y mapas. Empezaron a rebuscar desesperadas. Destiny en medio de ello encontró su antiguo diario, que en realidad había pertenecido a Chastian, no creyó que aún existiese y cuando lo abrió su espalda se arqueó y cayó al suelo con los ojos en blanco. Vio a Dianne, sobre una cama en una de las habitaciones y luego, a Allaric, seco en las mazmorras de la mansión.

     Cuando se recuperó, Azra no tuvo tiempo de preguntarle qué había visto. Las antiguas parcas de la Felicidad y la Tristeza aparecieron en la puerta y detrás de ellas, Hécate.

      —¿Buscas esto? —dijo la antigua Muerte, con una sonrisa de victoria en sus labios. Sobre su mano tenía la brújula de las estrellas.

      —Lo mejor será que se vayan, de aquí no se llevarán nada —advirtió la de blanco.

War of Hearts (Dark Angel IX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora