Capítulo XXXI

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        Khan decidió que no leería la historia de su familia, que no perdería el tiempo tratando de comprender algo que ya estaba escrito y sellado en oro puro. Quería que todas sus horas fueran con Azra, amando a Azra, recorriendo a Azra, aprendiéndose cada parte de su piel y cuerpo como si fuera a ser capaz de recordarla una vez hubiera arreglado todo.

       Era horrible desearlo, pero no quería olvidarla. Porque era injusto, ella sería quien se sacrificaría y los salvaría, quien había dado todo incluso si hacía mucho estaba muerta. No merecía que se olvidaran sus acciones.

        Besó en subida toda su espalda desnuda, estaban entre las negras sabanas de la cama. Ella le había dicho que esa había sido su habitación y que era muy feliz de poder tenerlo ahí. Llegó a su hombro y la mordió, sacándole un gemido y luego besó su cuello, antes de abrazarla. Todo el lugar olía a cenizas pero Azra olía distinto, olía a mar, a su hogar, el de ambos.

           Ella se dio vuelta para estar frente a él y lo besó con calma, deleitándose en el sabor de su boca, en su olor, en sus cuerpos unidos. Estaba más viva que nunca, podía oler, podía saborear, podía sentir. Estaba viva, y era el mejor regalo que jamás le habían dado.

            Khan seguía deseando que no pasara el tiempo, que no se fuera, que no se escurrieran los minutos. Pero el incesante tic tac del reloj del libro lo torturaba.

          —Aún podemos escapar —le susurró entre besos él.

          Azra rió, aunque sabía que lo decía muy en serio.

           —No podemos —le dijo acariciado su rostro y luego su rojo cabello—. No quiero convertirme en Hécate, joli gamin. Ella está haciendo todo esto por amor, porque quiere destruir la muerte para así poder tener vivo a Natanael. El único hombre al que ha amado en toda su existencia. No quiero ser como ella —Tomó uno de los mechones largos de Khan y lo llevó a su nariz, poder olerlo era tan satisfactorio como si hubiera vivido por siglos—. No quiero ser codiciosa. Escaparemos, pero dejaremos el mundo así, dejaremos que ella siga haciendo planes para destruir la muerte y quién sabe si lo logre. ¿Y qué haremos entonces? ¿Diremos que porque nos amábamos no hicimos nada? Estoy bien así, soy feliz, Khan, como nunca en toda mi existencia. Soy feliz.

        Khan sintió sus ojos llenarse de lágrimas y recostó su mejilla a su pecho. Azra le acarició el cabello y él dejó las lágrimas caer.

         —¿Me cantas? —le pidió en un susurro.

         Azra sintió un nudo formarse en su garganta, hacía años atrás, Khan le había hecho la misma petición. Y como hacía años atrás, le cantó aquella canción que solo le había regalado a él.

Je t'aime, je t'aime toujours.
I am forever yours.
Sweet dreams, sweet dreams, mon chér.
You're always in my prayers.

Softly, sweetly, wrapped in heaven's arms.
Sailing, soaring, over the moon,
Gathering stardust.

Be still, be safe, be sure,
Je t'aime, je t'aime toujours.

Wishing, praying, all of your dreams come true.
Please remember, where'er you are,
my heart is with you...

Sweet dreams, sweet dreams, mon chér,
You're always in my prayers.
I'm forever yours... Je t'aime, je t'aime... Toujours...

       Khan abrazó fuerte a Azra y le repitió que por favor escaparan, que era demasiado doloroso para él perderla. Ella acarició su cabello y le volvió a repetir con amor que estaba segura de que ninguno de los dos serían felices si dejaran el mundo arder. Khan sabía que tenía razón, pero la idea de perderla lo estaba matando.

War of Hearts (Dark Angel IX)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora