— ¿Por qué tengo la sensación de que no debí haber venido contigo? — la voz de Victoria se escuchaba cargada de arrepentimiento.
— ¿De qué hablas? — le pregunté inocentemente mientras aparcaba el carro.
— Me dijiste que vendríamos a comprar algo para tu trabajo de historia — enfatizó, como si me tratara de recordar la razón que le había dado para que me acompañara.
— Pues eso es lo que hacemos — me encogí de hombros, ella se asomó por la ventana y al ver el edificio frente a nosotras no pudo evitar ponerle mala cara.
— ¿En un departamento de ropa?
— ¿Departamento de ropa? — la miré con una mueca rara, — ¿Quién le dice así?
Bajamos del auto y comenzamos a caminar, entramos al ascensor y Victoria me preguntó:
— ¿Para qué estamos aquí? — su tono parecía serio, pero claro eso no me iba a poner nerviosa así que decidí que la mejor manera de evitar su pregunta era rodando los ojos al tiempo que la jalaba del brazo para que continuara caminando.
— Solo relájate y acompáñame — le respondí inocentemente.
— No me lo puedo creer — me miró de malas ganas, de nuevo. — Me has engañado y ni siquiera llevamos una semana de conocernos — debo aceptar que me preocupó el hecho de que arrastrara las palabras, incluso pensé que se daría la vuelta y se iría sin decirme nada.
— Solo compraremos algunas cosas — le aseguré.
Por supuesto ella no se lo tomó bien, se detuvo en seco y se cruzó de brazos en pleno pasillo.
— Ahora pareces una cría, ahí parada haciendo un berrinche — le dije sarcásticamente.
Como si lo hiciera a propósito, vi a sus labios apretarse en una línea, en cámara lenta.
Un segundo después y, para mi sorpresa, comenzó a caminar pesadamente en mi dirección, con semblante de resignación combinado con fastidio.
— Bien ¿A dónde vamos? — escupió entre dientes.
Genial, estaba enojada.
— ¿Qué te gusta? — le pregunté y ella realmente se mostró confundida por mi pregunta.
— ¿A mí?
— Pues sí, genio — la señalé con el dedo, — si dices libros... — comencé a amenazarla, pero ella fue más rápida.
— ¡Libros! — me respondió animadamente.
— ...no me lo puedo creer — levanté los brazos dramáticamente mientras ella me regalaba una mirada burlona.
— Bien, olvídate de los libros.
— Eso nunca.
Victoria Oldman, la terquedad misma.
— Solo un minuto — le reclamé al borde de la desesperación. —¿Qué te gusta aparte de los libros?
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A different kind of blue✅
RomanceSer el rey y la reina del baile es algo que para muchos no es de mera importancia, pero para la preparatoria Miller ese no era el caso, y Elizabeth lo sabía. Ella no quería pasar desapercibida, por ello se empeñó en buscar al chico perfecto para que...