Al día siguiente tenía una hora libre y, como ninguno de mis amigos tomaba esa clase más que yo, me encontré sola, sin saber que hacer.
Comencé a caminar por los pasillos, divagando, hasta que el aire libre golpeó gentilmente mi rostro, anunciándome que acababa de salir del edificio.
Continué mi trayecto y, un par de minutos después, ya me encontraba frente a la cancha de fútbol rápido. Sin prisa alguna me senté en las gradas y me perdí en la inmensidad del cielo y en la profundidad de mis pensamientos.
— Gran trabajo — la voz con ese acento tan cargado de Maxwell me rozó el oído y yo sentí ligeros choques eléctricos recorriendo mi cuerpo.
— ¿De qué hablas? — le cuestioné con una sonrisa en mis labios.
Él se sentó a mi lado en las bancas, mirando a su alrededor.
— Ya sabes, mi hermana se compró algunos vestidos ayer — metió sus manos en las bolsas de su chaqueta mientras se balanceaba de un lado a otro, — nunca pensé que viviría para verlo.
— Es una mujer, puede usar lo que quiera — le reprendí un poco.
— Si, lo sé, pero tú no estuviste cuando juró ante mi madre que nunca ocuparía un vestido de "niña bonita" — dijo lo último imitando unas comillas con sus dedos.
— Tu hermana es menos amargada de lo que crees.
— Oh no, yo sé que no es amargada, conmigo hasta sonríe y todo — suspiró, — el problema es con las personas de fuera, ya sabes, las que ella apenas conoce.
— Pensé que así era siempre — inquirí con más curiosidad de la que debería tener.
— Nah — se burló, — de hecho, me sorprendió mucho ver que regresó con una sonrisa después de haber pasado todo un día de compras contigo. Una vez mi mamá la intentó llevar a un centro comercial y la cosa terminó bastante mal.
— Es que hubo un pequeño detalle que ignoraron esa vez.
— ¿Cuál? — me preguntó entre confuso y divertido.
— Pues, que faltaba una variable en todo eso — le respondí con suficiencia, pero sin verlo porque seguro que si lo hacía terminaría sonriéndole y, en ese momento, quería aparentar seriedad.
— ¿Qué variable? — él levantó una ceja con duda en su voz.
— Aún no me encontraban en sus vidas — me señalé con los pulgares y él ensanchó su sonrisa, echando la cabeza hacia atrás.
— De haber sabido que al cruzar todo un mar me iba a encontrar con alguien como tú, no le hubiera puesto tantos peros a todo esto de mudarnos — me confesó y yo no sabía si era sarcasmo o si lo decía en serio, pero me hizo sonreír como una niña a la que le acababan de dar un dulce.
— ¡Vale! — hice un ademan de que se relajara con mis manos, — no seas tan dramático.
Quedamos en silencio viendo hacia la nada. Él parecía pensarse algo y después de unos segundos me comentó:
— Mis compañeros de equipo van a ir a un bar en la noche, ¿quieres acompañarme?
Su propuesta me sorprendió bastante e intenté ocultarlo antes de que se diera cuenta de mi reacción.

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A different kind of blue✅
RomanceSer el rey y la reina del baile es algo que para muchos no es de mera importancia, pero para la preparatoria Miller ese no era el caso, y Elizabeth lo sabía. Ella no quería pasar desapercibida, por ello se empeñó en buscar al chico perfecto para que...