Capitulo 17: La fiesta pt 2

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—¿Cuanto tiempo más debo esperarte, Milenka? —Su estresante voz me sacaba de casillas.

Había hablado con mamá, no quería llegar a él dichoso "lugar" -que claramente es una estúpida fiesta de cumpleaños atrasada- en una camioneta de la guardia, iría en mi McLaren, pero Rachel le había ordenado a Damon ir conmigo en el auto, cosa que por supuesto me molesto demasiado, ella se defendió diciendo que no quería que fuera sola, ya que las cosas entre la mafia, la FEMF y yo no estaban bien.

—El mismo tiempo en el que yo me tarde descifrando si eres un traidor de mierda que en cualquier momento puede sacar un un cuchillo y clavármelo en el abdomen —le respondí fastidiada, dando los últimos toques al maquillaje.

Damon no respondió, me miré al espejo totalmente satisfecha, el vestido rojo carmesí que llevaba puesto resaltaba mis curvas a la perfección, mi cabello negro azabache suelto en ondas naturales y el maquillaje que profundizaba mi mirada, daban el toque perfecto.

Me giré para abrir la perilla del baño, el heredero lameculos de mi madre estaba sentado en la cama con el teléfono en su mano, cuando se dio cuenta que salí me miró.

Su mirada me recorrió completamente, tanto que podía sentir la presión en mi pecho, entre abrió un poco los labios, totalmente embelesado.

Sonreí ante esto, me encantaba saber el poder que podría llegar a tener frente a un hombre, aún si se trataba del mismísimo diablo.

—¿Quieres que me saque una foto y se la regale a tu esposa para que la pegue en tu pared o...?

Pareció despertar, giró los ojos y se incorporó de la cama.

—Ya vámonos James, a tu padre no le haría gracia saber que me quedé más tiempo contigo del que debía.

Se fue hacia la puerta y me dio la espalda, yo por mi parte alcé el colchón y saqué la Glock 19 que tenía allí -en realidad tenía armas por todo mi espacio, solo que sabía esconderlas muy bien- la acomodé subiendo la pierna en la cama en el pequeño cinturón invisible que tenía en mi muslo izquierdo, en el que también llevaba una daga fina de acero, nunca está de más salir con protección.

Cuando termine volví a incorporarme, quitando las inexistentes arrugas de mi vestido,  agarré mi bolso complementario, acercándome a la puerta.

—No se molestaría, el más que nadie sabe que nunca haría nada con escorias como tú —camine segura, antes de salir lo miré a los ojos y me reí en su cara, lo dejé atrás y comencé a bajar las escaleras victoriosa.

Escuché como suspiraba tratando de calmarse, debía de tener mucha paciencia si de mí se trata, llegue a la recepción con él atrás y entré al ascensor para bajar al estacionamiento.

El McLaren me esperaba, ya había sido totalmente ambientado con los aparatos especiales que usaban los soldados de mi rango, sonreí cuando ví lo brillante que era.

Abrí la cremallera del bolso que traía para sacar las llaves de este, fruncí el ceño cuando nos las encontré.

Atrás de mi, Damon hizo un sonido con ellas, giré para mirarlo y efectivamente jugaba con ellas como un niño pequeño.

—¿Necesitas esto? —dijo sonriendo.

Lo miré con cara de pocos amigos, me acerqué a él y traté de quitárselas por las buenas.

—Yo voy a conducir —otra vez, estábamos muy cerca.

Solté una pequeña risa sarcástica, sosteniéndole su mirada penetrante.

—Estás demente si piensas que te dejaré manejar mi auto -levanté una de mis cejas.

Giró la cabeza, en señal de confusión.

Morgan James Donde viven las historias. Descúbrelo ahora