Prólogo.

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Tic tac, tic tac.

Veintiuno de septiembre, para ella. Aunque no leas lo que he escrito.

Quiero que sepas que mi verdad siempre estará contigo.
No te he visto durante tantas horas que siendo que es la misma cantidad de millas que nos separan. No se que pensar cuando no estás, si imaginarte feliz o en un escenario peor.
No sé bien que hacer cuando se trata de ti.

Aunque esto no es para lamentarse.

No sé si te lo preguntas, pero yo estoy bien. Es decir, todavía tengo mis dos pulmones para respirar, mi corazón late en su ritmo adecuado, mi sangre corre por mis venas y no tengo nada raro o extraño en el interior de mi cuerpo. Estoy bien. Mi sistema funciona bien.

Pero tú no funcionas bien.

¿Qué pasa? ¿Tus pulmones andan mal? ¿Tu corazón no late?¿Te falta sangre? Ese no es tu caso, no el tuyo. A ti te falta más.

Creo que lo llaman vida. Y yo lo llamo afecto. No importa lo que sea, supongo que te falta eso.

Aún sigo pensando en ti. En las tardes de verano, en las noches acaloradas y en el sonido de tu voz. Aún pienso en como se siente tu presencia, en tus besos, en tus caricias y en toda tú. Aún pienso en que pudimos ser algo más. Sólo necesitabas valentía, porque estoy cansada de darte tiempo.
Y aunque te escriba esto, aunque admita que todavía te pienso y que necesito que me completes, no quiero que estés aquí. Porque ya es tarde.

Para ti, aunque no tengas interés en mí. Aún me preocupo por ti. Con amor, Zam.

Fran y la idea del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora