X. La noche de salida.

0 0 0
                                    

Faltaban dos horas.

Eso decía el mensaje de Fran, que me pasaba a buscar en dos horas. Estaba sola en casa porque mi familia se había ido a visitar a otra familia amiga y me habían dejado sola ya que sabían que iba que salir. No es que sean extremadamente buenos ahora, sino que había aprobado aquel examen que me había ido a estudiar con "Jan" la noche que fui a ese extraño club el fin de semana.

Y faltaban dos horas.

Vale, lo repetía todo el tiempo pero es que me sentía nerviosa. No sabía a dónde iríamos, que debía ponerme, que íbamos a hacer, no sabía nada de ese lugar al que planeaban llevarme.
Mi única salvación fue, en un momento innato de desesperación, llamar a Jan.

Su voz se escuchó aguda del otro lado.

—La falda roja, el top negro y esas botas quedan genial —suspiró con un aire dramático,—que bueno que yo sí te regalo ropa de calidad, hermana.

Ví que hacía gestos de agradecimiento hacia si misma, estábamos en videollamada.

—No sé, suena muy atrevido —confesé en un tono agudo también,—¿Y por qué es que no sales de casa?

Jan se quejó al otro lado de la pantalla, su rostro se arrugó y de pronto no se vio tan joven.

—Mamá ha descubierto que vendía hierba con Caro en la salida de la universidad —se sobó la cara por el cansancio,—es una lástima.

—¿Cómo se ha enterado?

—Vió una foto en dónde salía mi número de celular para conseguirla —admitió sin vergüenza alguna,—creo que me salió mal.

Me reí sin poder evitarlo. A veces Jan tal vez no pensaba las cosas del todo como debía hacer.

—¿Y entonces para que es la ropa? — continúo ella,—no me dijiste a dónde irás.

Jugué con el borde de mi anillos en el dedo. Era plateado y me lo había regalado mi hermano cuando era más chica. No se cómo me entraba aún pero después de tantos años lo tenía junto a mí. Era como tenerlo a él.

—Iré a la casa de una amigas —me apresuré a explicar.

Jan levantó su ceja, sabiendo perfectamente que era la única amiga a la cual iba a su casa.

—A la casa de una amiga —repitió.

—Bueno...no es exactamente una amiga y tampoco sé si iremos a la casa. Pero hay que estar preparada, eh.

Jan volvió a mirar la ropa que tenía en mi mano, la dejé sobre la cama detrás mío.

—¿Preparada para qué? ¿Para follarte a tu amiga? Es lo único para lo que te sirve esa ropa, Fran, no vas a la casa de una amiga así vestida si no tienes segundas intenciones —se burló ella,—y menos tú. No puedes ver a nadie con una segunda intención. Excepto que sea James, claro...

Ordené un poco la ropa que había sacado del armario y la volví a guardar. Después volví a sentarme en mi cama para poder mirarla a la pantalla.

—¿O sea que no puedo tener nada con alguien que no se James? —fruncí las cejas a la pantalla y use mi peor tono,—¿eso quieres decir?

Jan torció la cabeza, tenía una expresión incrédula en el rostro.

—No digo eso, Fran...

—Pero es lo que parece. James no es la única persona con la que he estado —sentencié.

Ella se sorprendió un poco por la manera en la que le hable. Se dejó caer de espaldas a la silla donde estaba sentada y me dió una sonrisa divertida. Supuse que se lo tomaba como un chiste.

Fran y la idea del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora