XI. La noche de salida parte 2.

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El humo me invadió el rostro. Tosí para tratar de alejarlo de mi rostro pero aún estaba ahí. Las luces blancas me cegaron apenas entré, afuera estaba todo oscuro en la calle.
Zam me puso una mano en la espalda baja y me empujó suavemente a caminar a su lado. Resulta que ese lugar termino siendo un bar de mala muerte, lleno de gente ebria o muy enojada discutiendo a gritos. Las personas de nuestro alrededor la saludaban a Zam como si nada. Todas ellas tenían un aspecto similar a mi compañera, ¡Y vaya compañera! Nuestra segunda salida era un barcito donde podían matarme tranquilamente. Pero obvio que no le dije nada de eso.

—¿Vinimos a beber? —me quejé mientras intentaba pasar entre el tumulto de gente,—sabes que no bebo.

Zam no respondió. Seguimos caminando hasta llegar a la barra donde una mujer de cabello corto violeta, llena de tatuajes y un delantal de cuero se paró frente a nosotras. Nos dió una sonrisa entera y llena de dientes. Miro a Zam.

—Escuché que hoy vuelves al ring, querida —sacó un vaso debajo de la mesa larga, le sirvió cerveza de las canillas que tenía ahí al lado y se la tendió,—hay que celebrar.

Zam miró con desconfianza lo que le daba para beber y sacudió la cabeza.

—No voy a beber, Laura. Y si vuelvo es porque lo necesito —sentenció con voz gruesa. La tal Laura le dió una sonrisa divertida—. ¿Dónde está el jefe?

—Por ahí —ella se encogió de hombros, restándole importancia,—seguro que te espera abajo.

Zam asintió muy rápido como para procesar todo. La tal Laura me miró de arriba a abajo e hizo una mueca de disgusto. Vale, incluso con esta ropa se notaba que yo no era de aquí.

—¿Tú también la vienes a ver pelear? —inquirió en un tono de burla,—no aguantas ver la sangre seguro. No te sientas mal, cielo, la gente como tú no pertenece aquí.

Fui a contestarle, de verdad que quise hacerlo, pero Zam se apresuró. Dió un paso hacia adelante, estiró la mano y en un movimiento ágil tomo un mechón de cabello de Laura que le caía por los hombros. Me sorprendió ese arrebato de su parte y más el hecho de que tiró de ella hasta hacerla apoyar la parte delantera de su cuerpo contra la barra de tragos. Hizo una mueca de dolor y trató de safarse de agarre. Zam se agachó y se acercó a su rostro, le hablo con lentitud y los dientes apretados.

—Escúchame bien, Laurita, no quiero que vuelvas a faltarle el resto de ese modo nunca más,¿vale? Porque no será la única ni última vez que la veas por aquí —escupió contra la piel de su rostro.

Laura asintió muy rápido para que la soltará.

—Si...se entiende. Lo siento —murmuró y apenas se le entendió lo que quiso decir.

Zam le dió una última mirada fría y la soltó de golpe. Laura se levantó con rapidez, salió a paso apresurado de la barra y desapareció entre toda la gente.

Me quedé de piedra al lado de Zam. Eso de verdad que me sorprendió como nunca, no había visto a nadie tomar de los pelos así a alguien más. Miré hacia todos lados tratando de buscarla para pedirle disculpas o tratar de no quedar así pero no la encontré. Giré el rostro y me encontré con Zam mirándome directamente al rostro. No pude evitar sentir nervios y vergüenza.

—Ah...eso fue rudo —comentó en voz baja y me recordó a la vez que nos encontramos en la universidad,—pero se lo merecía.

La verdad es que no me preocupaba tanto eso sino el hecho de que estaba a punto de verla pelear cuerpo a cuerpo con alguien más.

—¿Tú...en serio vas a a pelear con alguien? —pregunté tragando saliva con fuerza,—eso me dijo Jan que harías.

Todavía me estaba mirando.

Fran y la idea del amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora