La música elegida por Jan me pasaba desapercibida. Por supuesto que su intención era distraerme o que le contara que me sucedía. Pero esa letra lenta y con doble sentido me recordaba a tantas cosas que me nublaban la mente.
Ella se rindió al cabo de un rato y se sentó frente a mí con un taza caliente de chocolate en la mano. Estábamos en el suelo de su habitación, era martes por la noche y mañana no teníamos clases.
—Vuelves está pijama una mierda, amiga —se empujó por el hombro con suavidad,— cuéntame qué diablos te pasa.
Negué con la cabeza, ella fue la primera en decirme que no quería que me acercará a Zam. No podía contarle.
—Son los exámenes —me encogí de hombros,—me estresan.
—No te suelen estresar —notó cierta mentira en mis palabras—.¿Es por James, cierto?
Levanté solo un poco la mirada y me la devolvía frustrada. Tenía un pijama que consistía en una extraña camiseta que tenía tantos dibujos con tinta de lapicera y pinturas que ya casi no se distinguían sus figuras. Era tan larga que le cubría hasta casi las rodillas.
—Sí —admití en un tono muy bajo,—y a la vez no. Él y yo hemos vuelto a hablar.
Jan sacudió la cabeza y dejó la taza vacía a su lado. Movió la frazada que teníamos en el suelo, la cual también nos cubría del frío, para sacar un paquete de papas fritas y comer como si nada. Jan si que tenía estómago.
—¿Es en serio? Ya hemos hablado de todas esas actitudes de mierda que tenía contigo —me ofreció de su bolsa y cuando vió que no agarre, se enojo aún más,—¿A vuelto a decirte aquella estupidez de que esa gorda? ¿De que la comida hace mal y no se qué? Ese idiota se come todo lo que encuentra y tú no andas por la vida diciéndole que te da asco o que debe dejar de hacerlo porque "subió unos kilos de más."
Jan utilizó esa expresión de asco y fastidio que ponía cada vez que hablábamos de él. Sabía que en cierto sentido ella tenía razón, no era la primera vez que tenía discusiones de este estilo con James. Fue una de las razones por las cuáles dejamos de vernos. Él siempre creía que yo estaba con otro chico, que me fijaba en otros, que ya no le era fiel o que le mentía en muchas cosas absurdas. Lo de la comida también lo hacía pero en cierto punto lo tomaba como un cuidado de su parte.
—Ya no es así, Jan —le reproché y sí acepté si comida,—ya cambió.
—Siempre te dice lo mismo. ¿Qué te hizo esta vez?
—Hoy fuimos a desayunar a la uni.
—Que romántico...
—Y con él nunca salimos en público, porque no le gustaba. Y tampoco le gustaba comer afuera, eso ya no lo hace —le comenté.
Jan puso cara de "me estás jodiendo."
—Conmigo también vas a desayunar a la uni.
—Pero tú eres mi amiga.
—¡No es romántico! ¡Se está aprovechando de las pequeñas oportunidades, Fran! Él sigue siendo el mismo.
No quise hacerle caso. Me dejé caer de espaldas al suelo y el colchón me recibió. Habíamos armado una pequeña campaña o algo así en su habitación para también dormir en el suelo si queríamos. Las noches con Jan solían curarme el alma pero no sabía si eso debía curarse. Es decir, la discusión con James me había sentado mal pero tampoco estaba por morirme por ello. Lo que si me seguía molestando era la intensa sensación que no se me iba del todo al pensar en esa noche o al pensarla a ella. No sabía si era bueno pensar tanto a alguien.
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Fran y la idea del amor
Romance¿Cómo frenamos esa sensación que nos recorre al cuerpo al ver esa persona? Esa misma pregunta se hace Fran desde que la conoció. "Me enamoré con sólo saber su nombre." Es lo que dice de ella. Pero no todo es tan fácil y bonito en su historia de am...