Capítulo 1: "Dudas sin resolver"

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Bip bip, bip bip, bip bip.

El despertador sonaba sin parar mientras el sueño poco a poco se desprendía de mi cuerpo muy a mi pesar. Lo que daría por dormir sólo 10 minutitos más...

Apreté el botón de un puñetazo mientras hacía mi ritual de quejarme por tener que irme a trabajar tan pronto, pero me puse en marcha sin más disgustos.

Mi rutina de la mañana empezaba por hacer la cama, vestirme con mi ropa de oficina y beberme un café recién hecho. Cuando terminé eran las ocho en punto y tenía que irme a las nueve; mucha gente creerá que es estúpido levantarse tan pronto para nada, pero es que a mi me gustaba organizarme bien y prefiero que me sobre tiempo; así que estuve media hora haciendo la vaga en mi sofá.

Salí de mi piso de poca monta sobre las ocho y media para llegar puntual, con la maleta en mano y las llaves en la otra. Bajé las interminables escaleras hasta el portal y, como no, me tropiezo siempre con ese típico escalón que no te esperas que este ahí, pero esta.

Abrí la puerta y me fui corriendo a por mi estupenda moto que tenía aparcada en frente de casa, lo que me gustaba a mi esa moto. Una Harley negra con flecos en los manillares y con un motor que envidiaría a un coche.

Subí con el casco ya puesto y arranqué a mi pequeña, aunque de pequeña no tenía nada. Cuando escuché rugir el motor sentí una libertad que sólo compartía con aquel vehículo, y me dejé llevar.

Llegué a la oficina exactamente a las nueve en punto, y todo gracias a la velocidad de mi Harley.

Aparqué la moto con mucho cuidado y empecé a correr con los tacones. No es tan difícil como parece, el truco esta en correr de puntillas.

Entré en el ascensor en tiempo record y me miré en el espejo que tenía en frente.

Mi pelo castaño estaba recogido en una cola de caballo muy sútil, mis ojos azules destacaban bajo una buena dosis de rímel, mi falda tubo y mi blusa estaban correctamente... Iba aceptable.

Mientras me escapaba del espacio reducido del ascensor y recorría el pasillo de la tercera planta, me encontré a mi jefe, Erik, mirándome fijamente.

-Buenos días señor.- Le saludé de forma educada y esbocé una sonrisa formal.

-Muy buenos días Clarisa... Siempre puntual ¿Eh?.- Me devolvió la sonrisa y se pasó una mano por el cabello que antaño seguramente fue rubio y que ahora es plateado.- Por cierto, no me dio una respuesta sobre lo de quedar para tomar un café. ¿Al final puede el sábado?.

¡Mierda, se me había olvidado! ¿Y ahora que le digo yo a este? Mi jefe tenía fama de mujeriego, y sus antiguas empleadas dan fe de ello, así que por eso le había dado evasivas sin responder realmente a su pregunta. No obstante, sabía que se estaba poniendo demasiado insistente, y tenía que cortar por lo sano.

-Lo siento, al final no podré.- Y conforme lo dije, me fui corriendo a mi despacho sin escuchar su contestación.

¡Buff! Me he librado por los pelos.

Ahora tengo que ponerme a trabajar o pensarán que soy una holgazana.

Trabajo en servicios sociales, y tengo que decir que no me quejo. Me dan un buen sueldo (algo reducido, pero bueno) y dedico mi tiempo a algo que me gusta, y eso no lo puede decir todo el mundo.

Hoy tenía muchísimo más trabajo que de costumbre, y todo ello provenía de Gotham: Que si hay familias que necesitan urgentemente dinero del estado, que si hay gente que necesitaba un cierto apoyo económico por una discapacidad, quejas sobre bancos que no devuelven el dinero a sus clientes...

De tantos casos que había, terminé a las tres del mediodía. Seis horas sin parar resolviendo todos los casos que Gotham necesitaba que resolviera.

Y mi duda era... ¿Que narices estaba pasando allí?.

Eso era algo que Jake, como agente de policía de Gotham, podía aclararme sin ninguna duda.

Conforme terminé le llame al móvil esperando que lo cogiera al cuarto tono, y como no, no me decepcionó.

-¿Clary?

-Jake, oye, ¿Te puedes pasar ahora por la oficina y tomamos algo en el oriental de siempre?

-Claro, voy de camino.

-¿Ya sabías que te lo iba a pedir?.

Supe que estaba sonriendo después de habérselo preguntado.

-Soy tu mejor amigo... ¿Que esperabas?.

Y colgó.

Al cabo de un cuarto de hora, Jake estaba en el marco de la puerta, apoyado mientras exibía una sonrisa deslumbrante.

Jake era desde luego todo un Adonis rompebragas: Unos ojos azul verdes que dejaban sin aliento, un cuerpo que más de una hubiera dado lo que fuera por verlo desnudo, un pelazo castaño con destellos dorados... Era todo un bombón andante.

Pero yo a Jake siempre lo había visto como una especie de hermano, por mi guapo que fuese.

-Que... ¿Nos vamos?.

Estaba guardándome todos los informes de la maleta, y, en cuanto la cierro le contesto.

-Pues claro, no aguantaría ni un segundo más aquí encerrada; además, tengo que hacerte unas preguntas.

Mientras entrabamos en el ascensor, él me miró sorprendido.

-¿Como cuales?

Sonreí enigmáticamente mientras salíamos del edificio y no le contesté.

Me abrió la puerta con gesto caballeroso y salí primero, y antes de que cerrará Jake la puerta, dijo:

-Clarisa, la chica de la sonrisa.

Y mi sonrisa se ensanchó aún más.

Me vuelves loca. (Joker)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora