La Princesa bajo la Montaña ~ Oʟᴠɪᴅᴀʀ

Capítulo 2.-Pesadilla de MediaNoche

Todos decidieron acampar al lado del lago ya que Daga se encontraba cada vez peor por lo que había ocurrido allí. Nadie se atrevía a decir palabra aquella tarde, solo se turnaban por darle calor a la pobre Daga, que solo temblaba y decía palabras sin sentido mientras su mirada cada vez se volvía mucho mas oscura que antes.

Llegó el momento de la cena, donde todos ayudaron a crear un fuego donde Bilbo empezó a hacer un caldo para acompañar con pan, nadie tenia hambre después de lo ocurrido.

-¿Quieres mas?.-Comentó Bilbo enseñandole el plato a Daga, que lo miró y se encogió de brazos.-Pequeña...

Lya suspiró, no podía más y cogió el plato de Daga , cargando una cuchara para darle de comer, ver a su amiga de esa forma le dolía bastante y se notaba.

-Vamos Daga, come un poco, te sentirás mejor créeme.-Dijo arrimando la cuchara a sus labios que se abrieron lentamente.-Eso es..-Le dio de comer despacio mientras Daga cada vez se volvía mucho más oscura, y perdía su tono de piel poco a poco.

-Me preocupa su estado cada vez más.-Dijo Jon mientras miraba a la enana.-Tal vez este envenenada o este muriéndose poco a poco... No tiene buena pinta.

-¡Como puedes decir eso!.-Dijeron Lya y Bilbo a la vez mientras miraban a Jon con seriedad.-¿Acaso no conoces a Daga? ¿No decías una leyenda?.-Siguió Lya.

-Y si estuviese envenenada me lo hubiera dicho, o hubiera pedido ayuda ya hace un buen rato.

-¿Entonces estáis diciendo que ha caído en el túnel de la locura?.-Preguntó Legolas rompiendo el silencio.-Escuchando lo que decís estáis apuntando a que ella esta sometida a una locura hereditaria seguramente, mirar a su padre, a su abuelo.. Todos cayeron en una locura constante, algunos por la perdida de seres queridos, otros por la ansia de poder...

-¡Callate!.-Le gritó Lya mientras se levantaba mientras le retaba.-Ella nunca caería en la locura, lo se porque le conozco.

-Puedes conocer demasiado a una persona pero puede acabar perdiendo la cabeza a la mínima Lya.-Dijo frunciendo el ceño mientras guardaba sus últimas palabras dentro de él.

-¿Que demonios ocultas?.-Preguntó Lya mientras se ponía enfrente de él.

-Es padre... Él.-Cogió aire para decirle la noticia a su hermana.-De repente perdió la cabeza, dijo que los enanos iban a sufrir sus consequencias por no dejar Erebor, y que iban a acabar con ellos uno a uno... Por eso te digo que Daga podría estar sumida en una locura sín fin.

Las lágrimas empezaron a caer por la cara de Lya, que corrió a abrazar a Daga pidiendo que por favor saliese de ese trance, y que fuese de nuevo ella, pero Daga no reaccionaba, solo miraba a la nada mientras sus ojos empezaban a ser amarillos como los de un lobo.

-Vamos a dormir Lya, seguro que mañana se encontrará mejor y estará más alegre que nunca.-Dijo Jon mientras le ponía la mano en su hombro.

-Esta bien señor.-Dijo mientras se levantaba y dejaba a Daga en la tienda de Bilbo, que se ocuparía toda la noche de ella.

Bilbo acabó dormido abrazando a Daga, ella seguía con los ojos abiertos como platos en toda la noche. Cuando la luna dió de pleno en su tienda se levantó y salió de allí transformándose en un gran lobo de pelaje gris y marrón claro. Una vez se transformó, aulló con fuerza a la Luna despertando a todos.

-¿Que ocurre..?.-Preguntó Lya despertándose.

-¿Hay un lobo hayá fuera?.-Dijo Jon agarrando su espada.

-¡Chicos! ¡Es Daga!.-Dijo Bilbo intentando acercarse a ella.-Daga... tranquila...

La loba le miró con unos ojos llenos de furia y erizó el pelaje mientras enseñaba sus fauces al mediando, haciendo que retrocediese. Al salir todos la loba se asusto y empezó a ladrar mucho más fuerte mientras gruñía, haciendo que su saliva saliese disparada por sus al rededores.

-¡Parece que esta poseída!.-Gritó Legolas sacando su arco protegiendo a su hermana que intentaba acercarse a su amiga.

Bilbo acercó la mano a Daga para acariciarla y tranquilizarla mientras ella seguía ladrando. Cuando la mano estuvo a escasos centímetros del morro de la loba, ella paró de ladrar. Bilbo siguió acercándose a ella, pero la loba intentó morderle, cosa que le asustó muchísimo.

Legolas lanzó una flecha que ella esquivó, y salió corriendo. Lya le siguió, forzando a Legolas a seguirle. Daga era muy rápida, pero Lya lograba alcanzarla aunque fuese por poco.

De repente, unos caballos con jinetes encapuchados rodearon a las dos, capturando a la loba, metiéndola en un saco. Una vez la capturaron apuntaron a Lya con las espadas, haciendo que ella se arrodillase y cerrase los ojos antes de que su vida diese un último respiro, pero cuando se dió cuenta, ya no estaban, se habían ido, y Legolas llegaba a donde estaba.

-¡Se la han llevado Legolas! ¡Unos hombres encapuchados! ¡Hay que ayudarle!.-Dijo intentando salir de los brazos de su hermano.-¡¡Daga!!.-Grito desesperada mientras se le llevaban hacia el campamento.

Bilbo les miró preocupado mientras cogía las manos de Lya. Al mirarle a los ojos se temió lo peor, tenía miedo de haberla perdido para siempre.

-Bilbo hay que salvarla, la han raptado bilbo... Ayúdame...-Bilbo le abrazó mientras ella lloraba poco a poco en su hombro.

Gandalf apareció del bosque mientras iba hacia ellos con una marcha rápida, parecía que se había enterado de lo que había pasado esa noche en la llanura.

-Lya Hojaverde.-Dijo mientras se sentaba entre los demás como si nada, haciendo que los demás se sorprendiesen.-Que viste cuando raptaron a Daga.

-Unos caballos nos rodearon, y agarraron a Daga metiéndola en un saco.. Ellos... Ellos iban encapuchados, llevaban una armadura que les cubría hasta los dedos... y.. y me apuntaron con espadas punzantes, pero desaparecieron..

-¿Eran 7?.-preguntó con voz misteriosa el mago.-Dímelo Lya, ¿¡Eran 7!?

-Si, eran 7 caballeros.-Dijo ella mientras se secaba las lágrimas.

Gandalf se levantó y miró a todos uno por uno, temiendo lo peor para Daga.

-Le ocurrió algo hoy ¿Verdad?.-Dijo mientras iba hacia el lago y se agachaba a recoger una piedra redonda con un ojo en medio y parecía que había humo en su interior.

-Me lo temía.-Dijo el mago guardando la gran piedra bajo su capa mientras los demás le miraban confusos.