Capítulo 18 - Cárceles

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Varios día después de la despedida de Bilbo, Jon y Daga se habían dirigido a un pueblo cercano para pedir unos caballos y poder seguir las huellas, ya que después de varios intentos, las huellas seguían más allá de los bosques y los dos terminaban por rendirse.

Después de montar en sus corceles, uno negro para el chico y uno alazán para la enana, siguieron las huellas, a una velocidad moderada para no perder el rastro de aquellas huellas, enormes y hundidas que de vez en cuando tenían rastros de sangre orca. Al cabo de las horas habían recorrido parte del camino, y este se separaba en dos.

-Vayamos cada uno por un camino, adelantaremos terreno.

-Jon... Son muchos orcos para ti, yo quizás podría huir o deshacerme de varios de ellos, aún así sería improbable que saliésemos ilesos.

-¿Estas diciendo que vayamos juntos?

-Exactamente, pero hay que decidir un camino, yo creo que el izquierdo es él correcto. Huele diferente.

-Pues vayamos.-Dijo últimamente Jon haciendo que su caballo fuese por ese camino.

Poco a poco empezó a anochecer y tuvieron que parar a la vera del camino, donde hicieron una hoguera y cazaron varios conejos para poder comer algo antes de ponerse en marcha.

-¿Con esto habrá suficiente?.-Se quejó Jon viendo dos conejos no muy grandes.

-Si tanto te quejas haber cazado tu, no es tan fácil cuando todos los animales han sido arroyados por una manada de orcos.-Dijo Daga poniendo el conejo al fuego.

Jon sonrió y acabarón de cenar los dos juntos. Cuando la noche oscureció todos, los dos se tumbaron en el suelo. Jon se tapó con su capa y cerró los ojos, pero al rato los abrió al notar que su compañera estaba temblando de frio mientras dormia. Él la atrajo hasta su lado y los tapo a los dos haciendo que la enana se despertase. Esta le sonrió y Jon no dudó ni un instante en sonreír y unir sus labios en un tierno y apasionante beso que los dos siguieron poco a poco hasta que se quedaron sin aire.

-Te amo...-Le susurró Jon mientras acariciaba su rostro poco a poco.

-Yo también te amo.-Le respondió Daga a lo cual sonrieron. La enana se acurrucó entre sus brazos y cerró los ojos y se sumió en un sueño profundo del cual Jon se encargaba de cuidar.

Mientras tanto, Lya observaba como aquella bola tiritaba y estornudaba, pero jamás sacaba la cabeza, harta de esperar, preguntó amablemente.

-Perdona... ¿Quien eres..?

La bola de pelo alzaba la cabeza, era una especie de huron. Al mirar a los ojos a la elfa, supo quien era al instante.

-¿Lya..?.-Pregunto la pequeña bola de pelo alzando su cabeza, haciendo que Lya se preocupase por ella.

-¡¡Ophal!!.-gritó mientras miraba a aquel hurón.-¿Que te ha pasado?

-Saruman me encontró, no pude huir... Y ahora llevo aquí más de dos semanas encerrada, no me dan de comer...-Bufo y miro a Lya con los ojos brillantes.-Si ves a Daga dile que seguiré con ella en su interior.

Lya sentía un dolor profundo al verla atrapada, sabía que ella podría salir, pero algo le ataba a estar en aquella cueva sucia, con bichos y monstruos horrendos.

-Permiteme una última pregunta ¿Sabes el paradero del anillo?.-Preguntó Ophal. Lya sacó de su falda la bolsa y la abrió despacio enseñando el resplandor amarillo del anillo, y rápidamente lo escondió.-Debes huir de aquí... Si te descubren con el anillo te mataran.-Dijo Ophal.-Yo misma, te ayudaré.

Lya asintió y escuchó los planes de Ophal, y así ella los ejecutaría. Cogió el cuchillo que Ophal le dio y lo guardo entre sus faldas. Ophal se quedó en una esquina como siempre y Lya aguardo a su momento.

A la noche, cuando un orco se acercó a ella para darle la cena, ella se agarró a él a través de los barrotes implorándole que le ayudase, el orco se negaba, y ella seguía implorando hasta el momento que le clavo un cuchillo en su cuello dejándolo muerto.

Ophal salió de su celda y se transformó en el orco, quitando le las llaves y abriéndole. Entre las dos metieron al orco muerto en su celda y Lya corrió a la celda de Dastan.

-Dastan, vamos a salir de aquí.-Dijo Lya sacando la llave, a lo cual Dastan le paró.

-Vete, yo saldré de esta. Si los tres escapamos será mucho mas sospechoso.-Dijo Dastan mirándole con cierta tristeza en los ojos.

Lya asintió y le miró por última vez dirigiéndose hacia la salida, siguiendo a Ophal hacia la puerta principal por donde Lya podría salir.

Mientras corrían por los pasillos la campana empezó a tocar, se habían dado cuenta de que ellas dos se habían escapado, deberían darse prisa si querían escapar.

Lya agarró a Ophal del brazo y le dio el saco, si ella actuaba bien podría escapar de los guardias y llevarse el anillo lejos, así que cuando Ophal aceptó la carga siguieron corriendo hasta que escucharon pasos de orcos acercándose. Ophal agarró a Lya de los brazos, fingiendo intentar atraparla.

-¡Suéltame!.-Gritaba Lya mientras Ophal intentaba en el fondo no hacerle daño.

Un orco mucho mas corpulento que Ophal le agarró de las piernas, y otro soltó a Ophal, y se la llevaron de nuevo a las celdas, mientras Ophal observaba como todos se iban, era el momento de escapar, en cuanto los perdió de vista, salió volando como un pájaro, con la bolsa colgando de su pico

La Princesa bajo la Montaña ~ OʟᴠɪᴅᴀʀDonde viven las historias. Descúbrelo ahora