Tamatu caminaba entre los barracones improvisados que habían instalado los hombres de negro justo debajo de La Terminal. Eran cuadrados y blancos y las puertas y ventanas tenían un diseño redondeado. La estructura era pulcra y tenían la capacidad suficiente para albergar a varias familias. En total había 20 barracones distribuidos en grupos de 5.
Cerca se encontraba la excavación que habían obligado a llevar a cabo los hombres de negro, que en aquel momento estaba detenida, debido a que era la hora de comer. Una larga cola cruzaba entre los barracones hasta llegar a una carpa metálica, donde los esclavos recibían un bol de comida. Siempre era el mismo plato. Un puré espeso de color grisáceo que no resultaba muy apetitoso a la vista. Tamatu se puso a la cola de la fila. A pesar de que los suyos, los Infieles, hubieran ayudado a los hombres de negro a encontrar la aldea, estos no tardaron mucho en asignarles trabajo. Principalmente los Infieles se encargaban de las tareas de mantenimiento de los suministros. Otros acabaron de vigilantes en la excavación junto con los hombres de negro, como él. Aunque en su caso fue una petición salida de la nada, uno de los cabecillas del campamento la aceptó sin dudar. Total, ni los Infieles ni la gente de la aldea armaría jaleo, pues no tenían medios suficientes para armar una revuelta. Ni si quiera a aquellos que acabaron siendo vigilantes de la excavación recibieron equipo de defensa. Patrullaban en parejas, seguidos de un hombre de negro, que generalmente andaba mientras acariciaba el gatillo de su fusil de plasma, dejando clara su hostilidad.
Mientras la cola avanzaba lentamente, Tamatu pudo distinguir que más adelante se encontraba la familia de Taer. Había hecho la petición de ser vigilante en la excavación principalmente para tenerlos controlados y cumplir su promesa con Taer. Pero tenía que reconocer que la situación no se lo ponía fácil. A pesar del poco tiempo que llevaba la excavación en funcionamiento, los padres de Taer se veían débiles. No estaban esqueléticos, pero se notaba que habían adelgazado. Sentía lastima por ellos, por Taer. Pero no por el resto de la aldea. Había prometido que los protegería, pero realmente no tenía ni idea de cómo hacerlo. Un día, mientras patrullaba la excavación pudo oír a un par de hombres de negro protestando en voz baja sobre el tratamiento que estaban recibiendo los indígenas. Pensó en tirar de ese hilo, pero no tardó ni un segundo en rechazar aquella idea. Intentó buscar alternativas, pero todas acababan en saco roto. ¿Sería posible organizar una resistencia o alguna revuelta en el campamento, con apoyo de algunos hombres de negro? ¿Pero, por qué salvar a la gente que no dudó en repudiarle? No les debía nada y ya era bastante complicado salvar a dos, como para tener que salvar el resto. Todavía lo recordaba como si fuera ayer. El día del Desmembramiento, así era como lo llamaban los Infieles. Recordaba toparse con la Terminal junto al resto de la aldea. Recordaba sus caras de fascinación y miedo, y recordaba al patrón de la tribu sugerir quedarse allí, bajo la protección de la Terminal. Recordaba el aire de preocupación que reinó en aquel momento y como algunos se negaron ante la idea del patrón para, minutos después de una acalorada discusión, el patrón expulsar a aquellos que se negaron a quedarse.
La cola siguió avanzando hasta que fue el turno de Tamatu para recoger su bol de comida. Después de aceptarlo, Tamatu se dirigió a la sombra entre unos barracones y se sentó en el suelo. Allí, clavó la mirada en su bol y se perdió en aquel puré grisáceo mientras sus pensamientos le abrazaban. ¿Podría dejar a un lado sus prejuicios y encontrar la manera de ayudar a todo el mundo?
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CODE | PENDIENTE DE REVISIÓN
Science FictionA causa de una misión accidentada, CODE X001 conocido tambien como Darik, ha sido suspendido temporalmente de su servicio militar. Por ello, será enviado a la Luna Harriot junto con su escuadrón para descansar y recomponer fuerzas. Pero allí, algo o...