Capítulo 37: Regreso establecido

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Taer abrió los ojos y se encontró en una inmensidad blanca y con ella una extraña sensación de expansión. Además, el sonido reverberaba con la nada, haciendo incluso que su respiración pareciese distorsionada. Taer miró su alrededor y se sorprendió al ver que Jax no estaba con él, aunque aun así era capaz de sentirlo.

Una bola de luz apareció frente a él.

- Estoy aquí - dijo Jax. Su voz procedía de la bola de luz. Pero sonaba más robótica de lo normal. Más sintetizada.

La bola se acercó y Taer pudo ver que no era simplemente una bola de luz. Eran códigos binarios. Ceros y unos que cambiaban y se cruzaban constantemente unos con otros.

- Jax, ¿dónde estamos? - preguntó Taer.

- Eso no es lo importante. ¿Te has mirado? - dijo Jax. Taer le hizo caso. Levantó su brazos hacia delante para mirarlos e instintivamente los bajó, presa del estupor. Todo su cuerpo había desaparecido. Tanto huesos como músculos. Ahora, solo quedaba una silueta. Una silueta formada también por ceros y unos, pero se comportaban totalmente diferentes a los de Jax. Se mantenían estables y sin cambios bruscos.

-¿Que ha pasado? - preguntó Taer, todavía mirándose de arriba a bajo.

- Nos han digitalizado. Bueno, a ti - respondió Jax.

- ¿Digitalizado? ¿Eso es posible? - dijo Taer.

- En teoría sí, pero muy pocas civilizaciones han llegado a conseguir algo parecido, y las que lo consiguieron desaparecieron con el tiempo - dijo Jax.

-Entonces, ¿estamos dentro de un ordenador? - preguntó Taer, pensando en si tenía sentido lo que acababa de preguntar.

- Sí, concretamente, dentro del planeta - respondió Jax. Hubo un silencio incómodo.

-¿Cómo? - soltó Taer con la cara desencajada.

- Todo el planeta es una gran máquina, un gran ordenador y ahora mismo nosotros nos encontramos en su núcleo - añadió Jax.

Cada dato nuevo que decía Jax descolocaba a Taer aún más que el anterior. Era como intentar hacer un puzzle mientras alguien no paraba de ampliarlo y darte más piezas. 

- ¿Y por qué está vacío? - preguntó Taer refiriéndose al núcleo.

-No lo está - dijo Jax. Un sonido digital inundó la sala, seguido de una voz industrial, de ultratumba.

Enfrente de Jax y Taer apareció una figura de metal. Flotaba y solo tenía medio cuerpo, de cintura para arriba. La figura parecia estar ensamblada por piezas e y tenía un aire esquelético. Los brazos eran largos y finos, el torso y los hombros anchos. Donde se suponía que debía haber una cabeza solo había un led de color rojo protegido por una clase de casco enorme que acababa en un abanico inclinado. De los hombros de la criatura metálica salían varios cables fluorescentes de color azul claro a modo de capa.

- La siembra ha sido completada. El regreso establecido - dijo la figura metálica flotante. Taer retrocedió, asustado y pasmado. Durante las ultimas semanas había visto y vivido cosas que le habían descolocado una y otra vez todas las cosas que creía sobre la vida.  

Taer retrocedió, dejándose llevar por el pánico. ¿La siembra? ¿Qué significaba eso?

- Jax, sácanos de aquí. Ya - ordenó Taer.

- Eso intento, pero el firewall de este sitio es muy grueso. Es como enfrentarse a un superordenador.  No logro romperlo - dijo Jax claramente nervioso.

- Esto pinta mal - masculló entre dientes Taer. Su cabeza estaba apunto de explotar. Simplemente quería salir de allí. Volver a la realidad y darse cuenta de que todo aquello no era más que una pesadilla.

- Centinela - dijo el ente, alzando uno de sus brazos y señalando a Taer con uno de sus dedos esqueléticos de metal -. Serás recordado como nuestro salvador. Como aquel que nos trajo a la luz y nos dio una nueva oportunidad.

Después de aquellas palabras el ente desapareció. Se desvaneció sin dejar rastro, como si se hubiera teletransportado. La sala empezó a temblar, y un pitido invadió aquella inconcebible sala blanca. Taer se llevó las manos a la cabeza, tapándose así las orejas. Aun así, el pitido se incrustaba en su mente, como un taladro. Era insoportable. Taer se arrodilló presa del dolor que le producía. A Jax parecía no afectarle. Se acercó a Taer. Dijo algo, pero desafortunadamente Taer no podía escucharle. El pitido se intensificaba cada vez más junto con la vibración de la sala. Pero de pronto, calma.

Nada.

Y el blanco inmenso se retrajo sobre sí mismo.

Taer y Jax se encontraban de nuevo en el campamento. La Terminal había desaparecido. Ambos se encontraban tirados en el suelo. Todo parecía estar igual de aquello que les hubiese pasado. Taer se levantó a duras penas. Respiraba entrecortadamente. Algo en su interior le decía que debían salir de allí cuanto antes. Miró a un lado y a otro, dando rienda suelta a sus nervios y angustia. Un sonido lejano empezó a percibirse. Eran pisadas. Pisadas metálicas. Era Darik. Volvía con el spread. ¿Cuánto tiempo he estado ahí dentro? Penso Taer volviendo poco a poco en si.

La voz de Darik sono por el intercomunicador.

-¿Taer, estás bien? ¿Qué ha pasado? - pregunto Darik. Taer se obligó a recomponerse.

- La Terminal se ha activado. Jax y yo hemos sido digitalizados y enviados al núcleo del planeta. Parece ser que todo el planeta es una máquina o un ordenador gigante - respondió Taer -. Pero aún no estamos seguros.

- Imposible - dijo Cady. Que se añadió a la conversación y su voz se colo por el intercomunicador.

- Estamos bastante seguros de que así es - dijo Jax.

- Además, un ente se presentó ante nosotros - añadió Taer.

-¿Os dijo algo relacionado con la Terminal?

- Mencionó la siembra y algo sobre volver a la luz.

- La verdad es que no pinta bien - concluyó Darik.

- No, desde luego que no - dijo Cady.

- Darik, me conocía, o al menos parecía saber con quién estaba hablando - dijo Taer.

- De acuerdo, será mejor que nos vayamos de aquí - sentenció Darik -. No podemos hacer mucho más.

Los temblores volvieron, pero esta vez con mucha más violencia y fuerza. El acantilado donde se encontraba la aldea de Taer se sacudió, dejando caer pedruscos enormes hacía abajo. Parte del mismo empezó a hundirse y venirse a abajo. 

De la tierra comenzó a emerger y a erguirse varias estructuras piramidales de metal. Todo el acantilado donde se encontraba la aldea se diseminó, dejando paso a dichas pirámides. Provocando así una avalancha de tierra y piedras. Todos se volvieron para ver la destrucción.

- Toca correr - dijo Cady como si nada.

- Hay que irse de aquí - añadió Darik. Taer asintió mientras se subía al speeder-. Adelante.

Taer aceleró y pocos segundos después, el spread avanzó detrás de él dando largas zancadas. Se alejaron todo lo posible de aquella avalancha, pero esta no se detenía por nada. Taer miraba cada dos por tres hacia atrás y cada dos por tres Darik le decía que siguiese adelante. Tras varios minutos de carrera, la nave por fin pasó volando por encima de sus cabezas. Se detuvo unas decenas de metros más adelante. La rampa bajó. Taer tuvo que frenar para evitar estamparse contra el interior de la nave. Una vez dentro, observó como Darik y Cady bajaban del Spread.

En la parte trasera de la cabina del spread había una compuerta que daba a dos plataformas elevadoras separadas. La compuerta se abrió y de ella salieron Darik y Cady. Cada uno se subió a una de ellas. Una vez encima, las plataformas, que iban enganchadas a unos rieles situados por toda la parte trasera del spread, de arriba a abajo, descendieron hasta llegar al suelo. Acto seguido, Darik y Cady se bajaron y entraron en la nave por la rampa, que posteriormente se cerró.

- Rumbo a la base - ordeno Darik nada más subir a la nave. El piloto hizo lo que le ordenaron, pero antes enganchó el spread a los imanes de la nave.

Taer se sentó, exhausto, en unas cajas de suministro que había cerca. Había vuelto a su planeta con la intención de salvar a su familia y a su clan, pero habían desaparecido todos. Además, sin saber como, había desencadenado el resurgimiento de algo que no llegaba a comprender. Pero allí se encontraba. De nuevo abandonando su planeta e incapaz de poder hacer algo.





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