01| Elegidos

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Arabella Shikova mantenía la costumbre de escribir todos los días en un diario, una libreta pequeña con la cubierta revestida en color marrón opaco, que siempre llevaba consigo a todas partes

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Arabella Shikova mantenía la costumbre de escribir todos los días en un diario, una libreta pequeña con la cubierta revestida en color marrón opaco, que siempre llevaba consigo a todas partes. Llevaba escribiendo desde que aprendió a leer y escribir, para Bella plasmar en una hoja lo que sentía, la relajaba más que cualquier otra cosa que antes estaba acostumbrada a realizar. Escribía acerca de sus días, si estos fueron buenos o malos, o cualquier trivialidad que aconteciera, era como contarle a Alina o Mal todo lo que a veces no les podía decir en persona. Había hojas con diferentes cuentos inventados por ella misma, que luego les leía a ambos chicos, que a pesar de que siempre le decían que ya estaban grandes, para ella siempre iban a ser esos mocosos asustados que corrían hacia ella cuando alguien los molestaba, tenían pesadillas o Ana Cuya los regañaba.

Arabella no recordaba en qué momento había llegado a ese orfanato, pero lo que si recordaba era la llegada de Mal y Alina, y de la fuerte conexión que tuvo con Malyen. Al ser más grande que ellos, Bella había adoptado un rol de hermana mayor, aunque a veces se comportaba más como una madre, cosa que todos notaban.

Y como tal, el rol de hermana mayor-madre estaba siendo activado al enterarse que Malyen estaba matándose a golpizas con otro cabo del ejército.

El olor a sudor y a sangre fue lo primero que percibió al entrar a la maldita tienda llena de testosterona. Un gran circulo hecho de personas se encontraba frente a ella y en el medio, Mal recibiendo unos cuantos puñetazos. Apretó fuertemente su libreta con sus manos para evitar ir hacia el idiota que le pegaba a Malyen y meterle un buen derechazo. Se hizo espacio entre las personas hasta quedar parada en la primera fila.

Mal se percató de su presencia, ya que se distrajo y fue beneficioso para el contrincante, quién le dio un derechazo, haciéndolo trastabillar. Los idiotas de los amigos de Mal lo sostuvieron y susurraron algo que nadie pudo escuchar por el griterío. Mal comenzó a dar todo de si, venciendo en segundos a su oponente.

𝐑𝐄𝐌𝐄𝐌𝐁𝐄𝐑 / 𝐴𝑙𝑒𝑘𝑠𝑎𝑛𝑑𝑒𝑟 𝑀𝑜𝑟𝑜𝑧𝑜𝑣𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora