Capítulo 5: Las pruebas

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Alexandre

Las pruebas físicas comenzaron en la mañana y ya había perdido la cuenta de la gente a la rechacé.

Veo al flacucho frente a mí fijamente y niego con la cabeza.

Dura apenas dos vueltas en el circuito y ya no ha podido más.

Patético

- Ya no sé ni para qué lo intentas, te has caído dos veces y es inaceptable, no hay inútiles en mis filas.

- Mis habilidades son tecnológicas señor...

- Pues espero que las demuestres y quizá puedes llegar a ser un soldado inferior, pero nada más.

He estado toda la mañana con esto y han habido algunos que otros buenos pero el resto son una bola de imbéciles ineficientes.

- ¡El que sigue!

Una chica aparece frente que mis ojos, de tez morena con lindas curvas y el cuerpo tonificado, es bastante corpulenta.

- Nombre.

- Sonia Lorenzo.

Me mira con ojos hambrientos y la verdad no está nada mal, le sonrío negando con la cabeza, ya me hace falta cambiar un poco y quizá ella sea la solución para cambiar a Marina.

- Lindo nombre, Sonia...

- Gracias señor...- relame sus labios.

Acaricio un poco su mano para llevarla a mis labios.

- ¿Van a dejar de coquetear para que pasemos todos o nos largamos para que puedan follar?

La voz demandante me hace girar la cabeza, me quedo sin aire al observar a la insolente que se atrevió a cuestionarme.

La boca se me seca al detallar la preciosidad que tengo en frente.

Joder...

- ¿No te enseñaron a esperar tu turno?- pregunta Sonia enfadada.

Sonríe de lado mirándola de arriba a abajo con la cabeza en alto mientras intento deshacerme del hechizo en el que me introdujo.

- Ay cariño, me enseñaron a no desperdiciar mi tiempo- se mira las uñas- Apresurate, que de seguro te caes a la décima vuelta.

- ¿Cuál es tu nombre?- la pregunta sale de mi boca logrando que clave sus ojos en mí.

Es un manjar de mujer a la vista, tiene una mirada azulada intensa y retadora, los labios carnosos, rosados y delicados en forma de corazón, su cabello es negro y algo ondulado en las puntas, tiene la tez blanca haciéndola ver como una muñeca de porcelana y ni siquiera entraré en detalles ahora de su cuerpo por que sé que si bajo la vista será una distracción.

- Arlette Bianchi, señor.

- Espera tu turno, muñeca, no me gusta que me apresuren.

Se ríe irónica.

- Ni a mi perder el tiempo, señor Dubois, volveré cuando sea su hermano quien tome mi prueba.

Sonrío de lado apretando los dientes.

- Yo tomaré su prueba, no te preocupes, hermanito.

Me mira altiva y le regala una sonrisa a mi hermano que me molesta.

Por mi parte recibe una mirada matadora, de la cual no se percata por estar tan embobado con la señorita irrespetuosa.

- Las pruebas se las tomaré yo, así que esperas a que termine ella.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora