Amara
Las horas pasaban rápido y en menos de nada ya el cielo estaba oscurecido por completo.
La maleta estaba desbordada de ropa y objetos personales, entre esos mi pistola y cuchillo favoritos.
Suspiro y decido despejarme unos segundos en el jardín, mamá y papá ya estaban dormidos al igual que la mayoría en la mansión, salvo los guardias que cambiaban justo a media noche para seguir un turno de ocho horas.
Bajo en silencio y abro la puerta con delicadeza para evitar los ruidos fuertes.
Al salir noté que solo había unos cuantos guardias a los que no conocía, no les di la mayor importancia, sin embargo me alejé fuera de sus vistas al costado de la gran mansión.
Miré el cielo estrellado mientras respiraba hondo intentando relajarme.
- Señorita...
Me di la vuelta y miré a uno de los hombres de mi padre que se había acercado a mí.
- ¿Si?
Tragó saliva y comencé a mirarlo extrañada al notar el sudor en su frente.
- Lo siento, no es personal...
Se abalanzó hacia mí de golpe e intento tomarme pero fui más rápida y lo esquive antes de practicarle una maniobra de defensa que lo dejó tendido en el suelo.
Intentó derribarme otra vez logrando golpearme el costado pero el grito que solté alertó al resto que vino corriendo a ayudarme enseguida.
- Avisaremos al señor Salvatore.
Me puse pálida y negué.
- ¡No!- me miró con los ojos abiertos por mi elevado tono- Llevenlo al sótano y no quiero una sola palabra de esto a mis padres, es una orden.
Se miran ente ellos dudando sobre si deben obedecer o no.
- Pero el señor Salvatore...
Lo interrumpo.
- Yo se lo diré mañana, no lo molestes ahora- miento.
Me hacen caso y se lo llevan mientras yo los sigo dejando que lo amarren y me preparen los instrumentos de tortura que espero no tener que utilizar.
- Muy bien, no quiero ser mala y te aseguro que tú tampoco quieres que lo sea- comienzo a caminar frente a él- Así que te daré la oportunidad de decirme quien te envió y porqué.
Me mira y una sonrisa se forma en su rostro antes de tirar la cabeza para atrás soltando una sonora carcajada.
- De qué carajos te ríes ¿Piensas que estoy jugando?
Se detiene y me mira divertido pero yo no entiendo que le parece gracioso, podría sacarle las putas uñas sin mover un dedo.
- Eres una niña aún y jamás le has quitado la vida a alguien, yo no seré el primero...
Alzo una ceja y sonrío, miro a uno de los hombres que se encuentra cerca de los instrumentos de tortura.
- Quitale las uñas una por una, a ver si sigue riéndose después de eso- hablo con seriedad- Comienza a cantar porque él no parará a menos que se lo ordene.
ESTÁS LEYENDO
Amor prohibido
Novela JuvenilAmara Salvatore era lo prohibido. Amara era aquello que atrae, un peligro latente que causaba curiosidad y que ansiaba descubrir. Alexandre Dubois era lo prohibido. Alexandre era aquello a lo que no podía acercarme, era en quien no podía pensar ni i...