Capítulo 29: Recuperarlos

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Amara

Para mi sorpresa Stephano iba a cumplir con todas mis condiciones y aquello me alegraba.

Quería devolverle su padre a Alexandre y quedarme con una preocupación menos, sin embargo mi objetivo debía esperar, si bien era consciente de que podía escapar sola también era sabiado que no podría derrotar sin ayuda a toda su banda de criminales asesinos, porque si algo sabia de los hombres que pertenecían a la mafia roja anteriormente era que fueron terriblemente sanguinarios.

Y para mí mala suerte, Stephano había desactivado mi chip mientras dormía por el sedante, por lo que ahora debía marcharme solo por mi cuenta.

- Signorina, el señor quiere que lo acompañe a cenar antes de partir.

Asiento y cambiada con la ropa que preparó para mí, un vestido de satén color borgoña y unos tacones de tira negros, me recojo el cabello en un moño desordenado y salgo de la habitación.

Al bajar los escalones lo encuentro parado al final de la escalera con un traje negro a la medida, debía admitir que los años solo le aumentaron la belleza pero su corazón se fue pudriendo cada día más.

Tenía sentimientos encontrados con volverlo a ver, siempre tuve el temor de que mi cuerpo y mente me traicionaran volviendo a sus brazos otra vez.

Pero todo es distinto, porque sus brazos ya no son mi refugio y sus ojos ya no son con los que sueño cada noche, su sonrisa no es en lo que pienso al despertar y su cuerpo ya no provoca mi deseo.

Ahora todo tiene un nombre y apellido concreto, que en definitiva no son los suyos.

- Estás preciosa como siempre, cariño.

Intento a sonreír pero creo que sale una mueca en lugar de un gesto amigable, lo único que me provoca es incomodidad.

- Gracias.

Me dirige al comedor con una gran mesa repleta de comida, demasiada para dos personas, los hombres armados llaman mi atención ya que hay dos filas de cinco mirándome con el gesto serio.

- No sabia que te apetecería, no sabia tampoco si tu plato favorito seguía siendo la pasta de langostinos.

Sonrío con incomodidad al notar los diez pares de ojos mirándome fijo y nuevamente rectifico que no será fácil huir con todos ellos ahí.

- En efecto ya no lo es, me intoxique hace un año y ya no puedo ni verla pero los gnocchi se han vuelto mis preferidos últimamente.

Pide que me sirvan un plato y por el rabillo del ojo veo a dos de los hombres murmurando cosas, intento concentrarme para escuchar un poco más.

- Tienes razón, esta historia se repetirá, es igual a la mujer que destruyó a nuestro rey y no podemos permitir que se cegue nuevamente...

- ¿Puedo saber qué murmuran con tanto afán?- la pregunta de Stephano me tensa enseguida.

Me enderezó en la silla y carraspeo desviando la atención, ya que, el que intervenga puede afectar el nuevo plan que mi cabeza ha creado.

- Steph, no disputes, es nuestra primera cena después de mucho tiempo- estiro mi mano sobre la mesa.

La toma y suaviza el gesto asintiendo.

- Tienes razón, amore, no debo arruinarlo- besa mi dorso y me trago el asco- Será mejor que se retiren de una buena vez estos inútiles.

Se marchan todos y puedo respirar con más tranquilidad.

- Quiero decirte que mandé a traer tu petición pero no he podido contenerme de darle un recuerdo para que no olvide pagar sus deudas a tiempo.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora