Capítulo 31: Siempre te he deseado

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Amara

Cuando abro los ojos lo primero que veo es el torso de Alex subiendo y bajando lentamente.

Me quedo mirándolo mientras acaricio su pecho, se ve tranquilo y es tan raro verlo así que no puedo evitar admirarlo sin su armadura implacable, quiero comérmelo a besos pero me aguanto para dejarle dormir un poco más.

Miro la hora y noto que ya se han hecho las once, me separo de él quitando las sábanas de mis piernas, bajo los pies al suelo e intento pararme pero el dolor me obliga a caer sentada nuevamente.

- Malditas ampollas.

Decido intentar otra cosa y comienzo a caminar con las manos hasta que estoy sentada en el suelo, me arrastro por el piso con mi trasero, sintiendo el frío hasta llegar al vestidor.

- ¡¿Amara?!- la voz preocupada de Alex me distrae de buscar ropa.

- ¡En el vestidor!

Entra y baja la mirada hacia donde estoy sentada.

- ¡Como te bajas de la cama si sabes que no puedes! ¡Me hubieras despertado!

Me alza como bebé colocanso las manos bajo mi trasero mientras refunfuña.

- Pero te veías muy tranquilo durmiendo, no podía despertarte.

- Yo seré tu transporte, elige ropa.

Me burlo ya que se ve obligado a tenerme como si fuese una bebé mientras elijo mi outfit de hoy y no es que sea una persona muy simple a la hora de elegir vestimenta.

- Vamos, no puedes tardar tanto- bufa.

Lo miro con mala cara.

- Estoy casi inválida, mínimo debo verme bien- me quejo.

Me soporta mientras tomo un outfit tranquilo pero que me hace lucir preciosa, me ayuda a ducharme y a cambiarme mientras procura concentrarse en otra cosa que no sea mi cuerpo desnudo.

- Tendré que conseguir una silla, no puedes estar cargandome todo el tiempo...

- Claro que puedo- interrumpe- Eres como levantar un pluma, princesa.

Me saca de la habitación luego de que él se cambiara y bajamos a desayunar al gran comedor que hoy no estaba en absoluto vacío.

- Princesa- mi hermano menor me toma apretujandome entre sus brazos y le echa una mirada a Alex- No tienes que estar pegado a ella, nosotros las cuidaremos.

El tono de voz filoso me hace fruncir el ceño y cuando miro a mi padre deduzco que a él ha exteriorizado que no le gusta para nada Alexandre, por ende a Luca tampoco, es una mini copia de él.

- Mounstro, él también me protege- le susurro.

Me mira con sus ojos color océano y noto su pupila demasiado oscura, lo que me preocupa enseguida.

- ¿Has tomado las pastillas?- pregunto seriamente.

Me ignora y me deja sentada a un lado de mi padre que no me mira, tan solo se concentra en su comida, Alex se apresura a tomar asiento a mi lado.

- En nombre de la familia, les agradecemos la ayuda y las atenciones Alexandre e Iván- ambos hermanos dan un leve asentimiento- Saldremos cuanto antes hacia Italia, todos nosotros, no queremos ser una molestia por más tiempo.

Abro la boca para replicar pero la mirada de mi madre sobre mí, me pide silencio, acepto solo para desayunar en paz porque definitivamente después lucharía por quedarme.

- Está muy delicioso el pastel ¿no creen?- habla mi hermanita intentando cortar el tenso silencio.

Le sonrío guiñandole un ojo.

Amor prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora