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—Respira profundamente, tu brazo es tu ancla, no pierdas de vista el objetivo y... Suelta —Jimin obedeció viendo satisfecho como su fecha daba en el centro de su objetivo— bien hecho —felicitó.

—Gracias padre, necesito practicar más.

—Pero no ahora, recuerda que casi es hora del té, debes ir con tu madre pronto o se pondrá furiosa- le quitó el arco.

-Si no queda de otra… —dijo con un suspiró resignado, sabía que era su deber pero no quitaba que fuera algo que no le gustaba del todo, prefería prácticar y mejorar para estar listo para cualquier enfrentamiento que hacer cosas que tuvieran que ver con ser un buen Omega para su futura pareja.

—No es tan malo, sólo es té.

—El problema no es el té padre, sino lo que hablan los omegas mientras lo bebemos, empiezan a insinuar que debo casarme y no me agrada ese tema. 

—Ignoralos, te sale bastante bien hacer eso. 

—Hay cosas que no se pueden ignorar siempre, me estoy cansando de tener que morder mi lengua.

—Se que encontraras la manera de callarlos sin necesidad de una espada, eres listo mi pequeño.

—Si... Puedo usar la persuasión —cerró el puño y el mayor empezó a reír negando.

—Mejor vamos, tengo que ver a tu tío, el Rey —suspiró.

—¿Problemas? —preguntó preocupado. 

—No por ahora, tranquilo —sonrió para calmar al menor y aunque no lo hizo del todo Jimin terminó por asentir, cuándo fuera momento se enteraría de lo que estuviera sucediendo.

Caminaron un poco más hasta llegar al palacio, donde fueron recibidos por los sirvientes y separados para cumplir con sus obligaciones, Jimin se cambió de vestimenta antes de presentarse a tomar el té, como hijo omega debía usar un hanbok, que resaltaba su pequeña cintura y su tono blanco de piel, agregando también un poco de maquillaje, su madre lo miró molesta por la tardanza cuando lo vio entrar.

—¿Cuántas veces debo decirte que no te quedes hasta tarde practicando? —dijo entre dientes.

—Lo siento, pero ya estoy aquí qué es lo importante.

—Si, lo es —suspiró resignada, su hijo no tenía remedio.

—Ya eres bastante bueno, Jimin, no deberías esforzarte demasiado entrenando —habló la reina.

—Nunca es suficiente, pero trataré de no hacerlo majestad.

—Después del té no olvides que seguirán tus lecciones de modales —recordó su madre.

—Cómo olvidarlo —suspiró— que lo repitas a diario lo hace imposible.

—Cuando tu futuro Alfa te halague por eso dejarás de estar refunfuñando, eres un guerrero pero ante todo también un omega, y como tal debes comportarte según el lugar.

—No seas tan dura con él, lo hace bastante bien- interfiere la reina— nunca he escuchado queja alguna de Jimin, ni en modales ni en batalla. 

—Solo espero que siga así —bebió de su té.

—Te aseguro que si, debo dar el ejemplo después de todo, fui yo quien propuso agregar las prácticas de batalla para los omegas sin quitar las lecciones de modales, aunque ahora pienso que debí considerar mejor esa parte.

—Lastima, así que sin más quejas —ordenó su madre y Jimin no tuvo otra opción más que asentir. 

El día cotidiano del Duque Park Jimin consistía en entrenamiento, uno instruido por su padre o primos, luego él se encargaba de enseñar a los demás omegas lo que había aprendido, su pequeño grupo de omegas aumentó sin duda desde entonces, mujeres mayores se unieron y las recibió sin dudar, las entrenó y ahora nadie reconoce a las débiles y sumisas mujeres que eran antes, asiste a su lecciones de modales con su madre, donde se le enseña la manera de... Hacer todo en realidad.

GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora