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—¿Por qué no puedo recordar? —preguntó asustado.

—Tranquilízate, es malo si te alteras.

—¡Pero no puedo recordar nada!, no se como llegue aquí, de donde vengo, ¡nada!, ¡ni siquiera mi nombre!

—Y alterarte tampoco servirá, así que respira profundo —pidió y el rubio obedeció— fuiste encontrado en la orilla del río, el príncipe te rescató y te trajo hasta aquí, tienes ocho días inconsciente.

—¿Ocho días? —repitió. 

—Si, tienes varias heridas en el cuerpo, las que más me preocupaban eran la del hombro y frente.

—¿Nunca podré recordar nada? —preguntó.

—No puedo decirlo con certeza, tenemos que esperar, esto puede ser temporal y ver cosas que te resulten familiares ayudará.

—¿Y qué haré mientras espero?

—De eso no debes preocuparte, ahora descansa y trata de no forzar tu mente para que no te duela la cabeza, ¿de acuerdo? —el rubio asintió y se recostó de nuevo, el médico escuchó el trote de un caballo y salió sabiendo quien era.

Jungkook bajó del caballo de un salto y miró al médico. 

—¿Cómo se encuentra el omega?

—Despertó —dijo para sorpresa de Kook— y se encuentra... Muy confundido y asustado, justo como temía el golpe afectó en sus recuerdos.

—¿No recuerda nada? —repitió y suspiró cuando el médico negó—  pero lo hará, ¿no?

—Es posible.

—¿Cómo que es posible? —preguntó molesto.

—No puedo saber que tan fuerte fue el golpe para asegurarlo, habrá que esperar, ver cosas conocidas podría servir para él.

—¿Cómo sabré que le resulta familiar si no recuerda nada?

—Bueno... Por su apariencia un Rey o príncipe no es, así que eso se descarta, sus manos parecen más las de un Alfa, son rasposas, así que tal vez haya sido un sirviente —se encogió de hombros.

—Un sirviente…—murmuró— quiero verlo.

—Le dije que tenía que descansar, Alteza, no creo que…

—Dije que quiero verlo —repitió más fuerte y el médico guardó silencio. 

—Pase —se inclinó y se hizo a un lado, Kook caminó hasta la entrada y en cuanto puso un pie dentro los ojos curiosos del omega lo miraron, haciendo que se quedara mudo.

Los ojos del rubio eran más bonitos de lo que imaginó.

Carraspeó nervioso y se acercó un poco más, siendo observado en todo momento.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó intentando sonar amable. 

—Bien... Supongo —murmuró— ¿usted es el príncipe que me salvó?

—En realidad no hice mucho, mi hermano menor te encontró y yo te traje aquí —sonrió —me da gusto verte despierto, estaba preocupado, cuando te encontramos estabas muy herido.

—No recuerdo que me sucedió…—tocó la herida de su cabeza e hizo una mueca— aun duele. 

—Es muy reciente, trata de no estresarte. 

—¿Que pasara conmigo? —bajó la mirada— no soy de aquí y no logro recordar de donde vengo.

—Ya pensaré en algo, lo importante ahora es que te recuperes bien.

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