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—¿Estás seguro de que te sientes bien?, puedes empezar otro día, hablaré con mi hermano y podrás descansar un poco más.

—Agradezco sus consideraciones Alteza pero le aseguro que me encuentro más que bien, saber que dejaré de ser una carga me hace feliz, quiero empezar de una vez con el trabajo —le sonrió.

—Bien, si estás seguro no puedo detenerte, pero le diré que sea considerado contigo.

—Un trato igualitario es lo justo, no quiero que los demás sirvientes se ofendan por tener un trato distinto.

—Eres demasiado considerado —suspiró rendido— solo hazme saber si no te sientes bien, ¿de acuerdo?

—Se lo prometo.

—Vamos con suficiente tiempo, te daré un recorrido por el castillo antes de llevarte con Yoongi.

—Me temo que eso no podrá ser —hablaron frente a ellos interrumpiendo, el rubio hizo una reverencia por respeto al príncipe Yoongi— nuestro padre quiere hablar contigo, yo me haré cargo desde aquí.

—Oh… —murmuró— los veo después entonces —dijo antes de retirarse, los nervios del rubio empezaron a hacer presencia cuando quedaron sólos. 

—Sígueme, hay cosas que debo explicarte... Por alguna extraña razón —caminó hacía los solitarios pasillos con el rubio detrás— no se de donde vienes ni qué costumbres tengas, pero aquí que un omega haga lo que sea que tu hayas hecho está mal visto, muy mal.

—Lo lamento. 

—No importa, no vuelvas a hacerlo solamente, mucho menos enfrentar a un Alfa, tampoco debes verlo a los ojos, tu mirada hacia abajo en su presencia y muéstrate sumiso, si el quiere que enseñes el cuello no cuestiones, sólo hazlo, ellos siempre tendrán la razón... Aunque no sea así en realidad— dijo con amargura— en pocas palabras... No eres más que un bonito adorno desechable a su lado.

—¿Eso somos los omegas? —preguntó con una opresión en su pecho— ¿siempre ha sido así? —Yoongi lo miró mientras se detenía. 

—Siempre y me parece que en otros reinos es peor —fijó su mirada en el rostro del rubio, la misma impotencia que él sentía al hablar sobre lo que eran los omegas estaba reflejada en su rostro— y dudo que algún día cambie —apartó la mirada y siguió caminando. 

—Entiendo —murmuró. 

—Creo que aquí es en donde los tratan mejor, tienes suerte, por lo menos el castigo por intentar defenderte de un abuso es menor para los omegas —dijo como consuelo.

—¿Castigo por defenderse? 

—El Alfa siempre tiene la razón —repitió —no lo olvides.

Después de mostrarle las habitaciones, caminaron a la cocina, donde Yoongi presentó al rubio, olvidando un detalle. 

—No recuerdo mi nombre —dijo nervioso. 

—¿Cómo se supone que te diga?, no puedo decirte omega, todos mis sirvientes lo son y eso es algo que sólo los Alfas dicen de todas formas.

—No lo sé.

Yoongi suspiró y lo miró por un momento, poniendo más nervioso al menor, pero tenía que conseguirle aunque fuera un apodo, viéndolo a detalle el omega no tenía pinta de sirviente, su piel estaba bastante bien cuidada al igual que su cabello, su cuerpo estaba bien definido como sólo un omega de sangre real podría tenerlo, su forma de ponerse de pie era bastante correcta y el caminar elegante.

Casi sentía... Que estaba frente a otro príncipe. 

Pero había también ciertos detalles que lo hacían dudar, sus manos no eran tan delicadas, tenía un poco de músculo de más en sus brazos y una mirada para nada sumisa, era impotente y decidida, casi como la de un Alfa. 

GuerreroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora